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El de México, es un Ejército podrido, controlado por el crimen organizado



. BLAS A. BUENDÍA. ………………………………………..

Desde finales de la pasada administración federal, la del político mexiquense Enrique Peña Nieto, el sector verde olivo se dio cuenta del gran poder que tiene, una férrea disciplina, personal capacitado, armamento suficiente y desde luego personal de mando autorizado.

Inició sus actividades delictivas en los retenes carreteros, como una especie de entrenamiento en sus nuevas labores de corrupción.

Con acciones intimidatorias, con armas largas a la vista de la víctima “seleccionada”, el comandante del retén amenaza al tripulante del coche particular —casi siempre padre de familia con esposa y niños—, quienes son obligados a gritos y soportando un vocabulario grotesco, a descender de su vehículo.

El modus operandi se centra en agobiar a sus víctimas fortuitas a través del miedo, el susto y la inconcebible provocación, que termina en las acciones de intimidación, mismas que van al extremo, porque un soldado raso tiene la consigna de “sembrar” pistolas reglamentarias, pero en épocas del combate al narcotráfico, se les inducen hasta drogas.

Pretexto suficiente para iniciar la amenaza de llevarlo ante las autoridades bajo el cargo de portación de arma de Uso Exclusivo del Ejército, que tiene una penalidad de varios años de cárcel y una abultada multa. O, en el peor de los casos, quedar detenido por supuestamente “haber cometido” delitos contra la salud.

La cuota para “olvidar” este tipo de problemas, fluctúa entre 100 mil a 200 mil pesos; el corrupto capitán sugiere a sus víctimas, que hagan un esfuerzo y le señalan que puede recibir cheques o transferencia bancaria. Hay pruebas de todo este mecanismo de corrupción, que soslayan el principio del Estado de Derecho.

Al inicio del presente gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el poder verde fue acreditado hasta el infinito: los uniformados controlan casi todo, como son aduanas, puertos marítimos y fronterizos, así como los aeropuertos. No hubo necesidad de declarar un Golpe de Estado militar al mando civil, sino que éste no solo se entregó de “a pechito”, sino pactó que la riqueza sería repartida entre unos cuantos.

Los militares vigilan los ductos de la riqueza petrolera, construyen puentes y oficinas bancarias que están bajo su mando, que así como les pintan las cosas, en breve administrarán una línea aérea, además de brindar protección a connotadas bandas delictivas.

Realizan labores policiacas, tareas para las que no están capacitados, pues es ajena a su obligación de garantizar la Soberanía de la Nación, que día a día, se va perdiendo en el limbo del poder.

Su poder militar es de tal tamaño, al mando del General Cuatro Estrellas, Luis Crescencio Sandoval González, que de forma descarada se ha dado el lujo de viajar por todo el mundo en compañía de su familia, familiares políticos, personal de asistencia, utilizando naves militares, todo con cargo al erario.

“¿Cuál es el problema?”, externa irresponsablemente el mismo Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, de quien se esperaba que fuera el mejor presidente de México, muy por encima del emblemático presidente Benito Juárez García, pero resultó ser una boñiga andante, de aquellas malolientes y putrefactas.

Lo que parece ser un “Golpe de Estado Militar”, en la praxis está “consensuado”, ya que el poderío de los militares (el pueblo uniformado y armado), tiene tal alcance que se dice que tiene sometido o intimidado a Andrés Manuel López Obrador, quien tiene el cargo de Jefe Máximo de las Fuerzas Armadas, cargo que se le confiere por ser el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en turno.

Los indicios de corrupción de algunos miembros del Ejercito Mexicano no es nuevo; se recuerdan los casos de los generales José de Jesús Gutiérrez Rebollo, a quien se le conoció como el “zar de la lucha contra el tráfico de drogas”.

Rebollo fue degradado ante todos los Generales Divisionarios en activo, durante un evento llevado a cabo en las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional, acusado de los delitos de soborno, obstrucción de la justicia y facilitar el transporte de drogas, fue condenado por narcotráfico, corrupción y delincuencia organizada. Falleció a causa de un tumor cerebral.

Otro Divisionario involucrado en el problema de las drogas fue Mario Arturo Acosta Chaparro; fue uno de los artífices de la lucha en contra de los grupos guerrilleros, en especial contra la guerrilla de Lucio Cabañas; el mílite fue acusado del delito de desaparición forzada. También fue vinculado por delitos contra la salud por su presunta cercanía con el Cartel de Juárez, de Amado Carrillo Fuentes.

Es de hacer notar que también conocido como “El Señor de los Cielos” por la flota de aeronaves con las que contaba —entre las que había varios Boeing 727 que utilizaba para transportar droga y tener una fortuna de miles de millones de dólares—, fue un narcotraficante mexicano que se hizo líder del Cártel de Juárez después de que Miguel Ángel Félix Gallardo fuera arrestado.

Socio del capo Pablo Escobar, Carrillo usaba su flota de aeronaves Boeing 727 para transportar droga. Falleció en un hospital de la Ciudad de México tras someterse a una extensa cirugía plástica para cambiar su apariencia. En sus últimos días fue extensamente buscado por las autoridades de Argentina, Colombia, Estados Unidos de América y sobre todo las autoridades de México.

Mario Arturo Acosta Chaparro, por su parte, fue ejecutado de varios disparos, en mayo de 2010, cuando circulaba por calles de la colonia Roma Sur, la versión oficial que fue asesinado por un sujeto que pretendió arrebatarle un valioso reloj de pulso.

Oriundo del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México, Acosta Chaparro, fue un militar mexicano que participó en la Guerra sucia en México. A Acosta Chaparro se le recuerda por ser uno de los encargados de efectuar las operaciones represivas en contra de la guerrilla de Lucio Cabañas y otras guerrillas contra el gobierno en las décadas de 1980 y 1990.

En 2002 fue indiciado por delitos contra la salud por su presunta vinculación con grupos con el Cártel de Juárez, pero fue exonerado junto al General Francisco Quirós Hermosillo, quien fuera relacionado con “El Señor de los Cielos”, Amado Carrillo Fuentes.

Se presume que el capo entregaba grandes sumas de dinero y costosos regalos a cambio de protección. Fue delatado por un testigo protegido llamado Gustavo Tarín. Le fue retirado el grado de General de División y purgó siete años en prisión. Falleció de cáncer terminal, internado en el Hospital Militar.

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