El Estado español debe reconocer oficialmente la existencia del Pueblo Gitano entre restantes
En el año 2010 tuve el honor de estar presente en la ciudad de Rovereto, segunda ciudad en importancia de la provincia de Trento situada al norte de Italia. Fue para participar en la entronización de la bandera gitana entre las de las naciones del mundo que forman el cortejo que conduce a la “Campana dei Caduti”, ―Campana de los caídos― que fue hecha con el bronce fundido de los cañones de las 19 naciones que participaron en la primera Guerra Mundial.
Esta inmensa campana suena cada tarde para recordar a los caídos que perdieron sus vidas en todas las guerras.
Han transcurrido 10 años desde que llevé la bandera gitana para que fuera izada entre las de las demás naciones presentes y conservo un recuerdo imborrable del momento en que hice entrega de la bandera al senador Roberlo Robol. Pero lo que más me impresionó fue ver al Cuerpo de Carabinieri rindiendo honor a la bandera gitana.
Dos agentes permanecieron varias horas haciendo guardia junto a nuestro símbolo de identidad internacional en posición de saludo militar. Yo espero que, en 2021, cuando celebremos en España el 50 aniversario de la celebración del Congreso de Londres de 1971, sea la Guardia Civil quien, en posición de saludo, rinda honores a la bandera gitana.
El pueblo gitano: una identidad global sin territorio. Ese es el título de un valioso trabajo realizado por dos profesores de las universidades de Barcelona y un tercero de la University of West of Timisoara en el año 2012. En él se sostiene que el pueblo gitano reúne las condiciones históricas y culturales indispensables para que el principio de la transterritorialidad se imponga en determinados casos, como el del pueblo gitano, sobre el nacionalismo metodológico encorsetado en su vertiente política. Los propios autores resumen su trabajo con las siguientes afirmaciones:
“Los Estados-nación han reforzado la vinculación entre identidad y territorio delimitado por fronteras. En los últimos años, la comunidad gitana, con su definición como un pueblo que ni tiene ni quiere un territorio, ha iniciado un proceso que está transformando la relación entre territorio e identidad tanto en la Unión Europea como en la teoría social.
El parlamento europeo recogió y aprobó por unanimidad la principal conclusión: el reconocimiento del pueblo gitano. Esa investigación aportó el análisis de la identidad transterritorial gitana, uno de los mejores ejemplos reales de que disponemos como modelo de la globalización. El impacto de esa nueva concepción no sólo ha llegado a la política, sino también a las ciencias sociales.”
En julio de 2003 se reunieron en Budapest importantes personalidades de la vida política e intelectual de Europa con el fin de estudiar la realidad de la comunidad gitana europea. Allí estuvieron representados no solo las Naciones Unidas o la Unión Europea sino altos mandatarios del centro y del Este de Europa, entre ellos cinco primeros ministros. Para ellos la transterritorialidad del pueblo gitano era una realidad evidente y como tal fuimos tratados.
Algunos países europeos ya han reconocido derechos políticos a sus ciudadanos gitanos
Hungría. Sin duda alguna es en Hungría donde más se ha avanzado en este reconocimiento. A pesar de que en este país el racismo de los grupos nazis ha causado a los gitanos mayores agresiones y hasta asesinatos. Enumerar las disposiciones que en este país afectan positivamente a sus minorías excedería al espacio de que dispongo.
Destacaré tan solo que las minorías húngaras, entre las que se cuentan a los romaníes, disponen de un parlamento propio formado por 50 parlamentarios elegidos por sufragio entre los miembros del grupo. Las competencias de este parlamento están bien especificadas por la ley. Debo destacar que se requiere el consentimiento de este parlamento para que el gobierno húngaro pueda poner en ejecución disposiciones que les afecten.
República Checa. Los romaníes están incluidos en la Ley de Minorías Étnicas y Nacionales (2001) que define las minorías como “grupo de ciudadanos (…) que residen en el territorio de la actual República Checa y que se diferencian de otros ciudadanos usualmente por un origen étnico, lengua, cultura y tradiciones, conforman una minoría sustancial de la población y, al mismo tiempo, manifiestan su deseo de ser considerados una minoría nacional con objeto de preservar y desarrollar su propia diversidad, lengua y cultura, y con objeto de declarar los intereses del grupo.”
Polonia. La Constitución de 1997, en su artículo 35.1 “garantiza a los ciudadanos polacos pertenecientes a minorías nacionales y étnicas la libertad de mantener y desarrollar su propia lengua, costumbres, tradiciones y cultura”, y (art. 35.2) les reconoce el derecho de “establecer instituciones culturales y educativas (…) así como a participar en la resolución de cuestiones conectadas con su identidad cultural”. Y con el fin de facilitar la representación parlamentaria de las minorías la ley establece que sus formaciones políticas están exentas de alcanzar el 5% establecido para las restantes formaciones políticas.
Rumanía. En virtud de la Constitución y la Ley Electoral (1992) las minorías nacionales tienen derecho, al menos, a un escaño garantizado en el parlamento. Quiero destacar que la ley electoral garantiza que “al menos” los romaníes tienen garantizado un puesto en su parlamento, lo que no es ningún consuelo por causa de la atomización del voto gitano en el país del mundo donde nuestra población es más numerosa. Si todos los gitanos y gitanas que viven en Rumanía ―entiéndaseme que esto es una forma de hablar― votaran al mismo partido la representación romaní podría alcanzar entre 15 y 20 escaños. Lamentablemente ahora solo tenemos uno.
España. La Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados aprobó el día uno de junio de 2017 una proposición no de ley para el reconocimiento de la identidad, lengua y cultura del pueblo gitano. El diputado de ERC Xavier Eritja dijo en un comunicado que esta iniciativa pretende ser un acto de desagravio ante la estigmatización que históricamente ha sufrido este colectivo. Debo destacar un deseo por el que muchos llevamos luchando desde hace años y es que el reconocimiento al pueblo gitano no tiene que ser abordado desde el ámbito de los servicios sociales sino más bien desde la Comisión Constitucional. De esta forma se haría justicia a nuestra identidad cultural como pueblo, con todas las prerrogativas que las leyes nos otorguen de acuerdo siempre con la Constitución.
Y para despejar cualquier duda permítanme decir que los gitanos y las gitanas nos sentimos españoles porque eso es lo que somos, lo que no obsta para que se nos otorgue las herramientas constitucionales que nos permitan ser nosotros, y solo nosotros, los dueños de nuestro destino y administradores de nuestra libertad.
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