El Obradorato, epicentro depredador del Derecho y la Justicia
. BLAS A. BUENDÍA. ……………………………………………………
El Obradorato es un término que evoca tanta admiración como controversia. Se ha convertido en un concepto central en la política mexicana, ya que desde su triunfo en 2018, Andrés Manuel López Obrador ha tejido una estructura de poder que ha transformado la dinámica política y las instituciones del país que le ha permitido hasta transformarse en un auténtico y legítimo depredador del Derecho y la Justicia, cuya comisaría denominada Palacio Nacional, es el vivo epicentro del narco poder de México.
En el pasado, es de recordarse, el presidente Plutarco Elías Calles (1924-1928) también construyó una maquinaria política que le permitió dominar el escenario nacional durante el Maximato.
De manera similar, López Obrador ha consolidado su poder a través de su movimiento Morena, atrayendo a diversos grupos de una supuesta izquierda inexistente, para apropiándose de banderas históricas y sociales. Sus frases y sus ideas —la principal que es la Cuarta Transformación— resuenan en el ideario colectivo, y su presencia es omnipresente en el debate público.
El Obradorato ha erosionado los organismos autónomos, debilitado las instituciones que generan pesos y contrapesos, dividiendo y satanizado a la oposición, que debido también a sus intereses, éstas tuvieron que establecer una mancomunidad política nacionalista para imponerse contra un dictador que encabeza una cleptocracia bajo su conveniencia degenerativa con abiertas y descaradas vinculaciones con los carteles de las drogas, pese a las reacciones de la justicia de los Estados Unidos de Norteamérica, que es la policía del planeta.
El control de la agenda nacional y la preparación para su sucesión son parte de su estrategia. Si Claudia Sheinbaum gana las decisiones de Obrador, el domingo 2 de junio próximo, seguirán pesando en el país. Pero si no, como lo anunciara antes, durante y ahora después, “me voy a vivir a La Chingada”, sitio que así le llama a su rancho de Palenque, Chiapas.
Además, su influencia se extiende a la Suprema Corte, donde en un afán desmedido, siempre busca colocar magistrados afines a su proyecto, la famosa 4T, que para los críticos del gobierno, corresponde a la Cuarta Deformación.
El electorado, en este contexto, tiene la orden de su corazón y en sus manos, votar por otra opción política, y así evitar que la república se desmorone y se desestabilice en aras a la arrogancia del inquilino de Palacio Nacional de convertir a México en otro basurero humano socialista, como ocurre en Cuba o en Venezuela, donde sus conciudadanos para alimentarse, tienen que escrudiñarse en los contenedores de desechos.
En resumen, el Obradorato es más que un gobierno que en la praxis, desgobierna; es una transformación profunda que afecta el presente y el futuro de México.
En la completa degradación, para el tristemente célebre líder de la 4T, nunca tuvo un ápice de sentido patriótico, porque para él, “no existe ni la Constitución, ni la Justicia, ni la Dignidad, ni la Congruencia, ni la Decencia, ni la Diplomacia y menos el amor por México. ¡Dejará el país en llamas!”
Por lo tanto, la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, que encabeza el penalista Alberto Woolrich Ortiz, documentó que “nunca se ausentó del pensamiento de los grandes juristas de la República, que una de las finalidades del Estado es la de apoyarse en el Código Penal, instituyendo con esto la defensa y protección jurídica del connacional, así como de quienes se encuentren en nuestro territorio, igualmente, la de combatir férreamente a la delincuencia, dentro de la que se incluye aquella que pertenezca a la clase política, toda vez que los infractores de la ley penal trastocan y ponen en peligro los derechos humanos consagrados en la Constitución Política”.
Debe decirse —añadió— que en un tema de tal importancia, dicha protección alcanza toda aquella ofensa que surja de las conductas que perpetren los delincuentes y se convierta en agresión directa a nuestro Derecho.
“La libertad de los transgresores del Código Penal no es límite para no encarcelarlos. De ello no forma parte el avieso capricho, ni la voluntad, ni las ocurrencias que pueda tener Andrés Manuel López Obrador, al pretender con ellas proteger las acciones que ofendan a México, ataquen o alteren su Derecho o busquen brindarle impunidad a quienes integran la cleptocracia morenista”, subrayó.
Para el prestigiado abogado Woolrich, “como debe de ser bien sabido por las autoridades en todos sus niveles, el límite de la libertad de los delincuentes la imponen nuestras leyes que prohíben determinadas acciones, sean estas por voluntad o por omisión. Estas limitaciones no sólo se imponen a los sujetos individualizados sino a todos aquellos, aun siendo políticos, autoridades o gobernantes que puedan o se constituyan en depredadores del Derecho y de la Justicia”.
Por ello —subrayó— la Cuarta Transformación de la Nación, con su correspondiente Fiscalía General de la República deberían de saber y conocer los límites de acción de los narco-políticos, ubicando su aberrante conducta dentro de lo que expresamente prohíbe el Código Penal Federal mexicano, en virtud de que ello es precisamente la protección jurídica de todos aquellos derechos y salvaguardas la consagrada Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
“Es imposible aceptar los erróneos y necios criterios jurídicos sostenidos por diversos procuradores generales de la República, que actualmente en manos de Alejandro Gertz Manero, El Padrino de la Fiscalía General de la Federación, inexplicablemente pretende separar del Código Penal la conducta delictiva de aquél narco-político al que se le sigue brindando impunidad”, repudió.
La Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, exclama y lo hace con voz viril: “¡Basta ya de tanta disipación!”
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