“El valor de una Nación no es otra cosa que el valor de los individuos que la componen”

Traducido al español, el escritor inglés Nate White, ingenioso y elocuente, respondió a la pregunta de “por qué a algunos británicos no les gustan personajes corrientes como el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador”.

Como lo he descifrado en pasadas entregas, coincidentemente, la siguiente maravillosa respuesta se suma a un catálogo de extraordinarias interpretaciones referentes a la ínfima “calidad” que muestra ese sujeto que en su arrebatada juventud, se transformó en un potente fratricida al arrebatarle la vida a su hermano José Ramón López Obrador, propinándole certero balazo en la cabeza cayendo instantáneamente asesinado.

Ante tal diplomática interrogante, la descripción psicológica del inglés White, desmenuza una asombrosa contestación, lo que define la alta peligrosidad que representa no tan solo para más de 130 millones de mexicanos, sino para el mundo entero, tras su nula intervención en el Consejo General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Como ya se esperaba, López Obrador hizo el ridículo en Nueva York, porque, si bien es cierto no sabe habla inglés, en vez de abordar temas de seguridad, se puso de limosnero a proponer un ridículo plan para que los países ricos regalen dinero a los países pobres, generar su cacareado “bienestar”.

Ante ello, de plano, los representantes de Rusia y China pusieron al costeñito mexicanito en su lugar, exhibiendo su estupidez, en el elegante, pero firme lenguaje diplomático.

Rusia, políticamente, le dijo a AMLO: no seas tontín, aquí se viene a hablar de temas de seguridad, “no es para que andes de limosnero extendiendo la mano, y menos de andar como pendenciero”.

Con su acertada cualidad de crítico constructivo, Nate White desnudó al mandatario mexicano que podría padecer la enfermedad de Afasia, que es un trastorno del lenguaje que afecta la capacidad de comunicación generada repentinamente después de un derrame cerebral o una lesión en la cabeza; o puede desarrollarse lentamente a partir de un tumor cerebral; o de alguna otra enfermedad mental.

López carece de ciertas cualidades que los británicos tradicionalmente estiman, revela, al tiempo que White ejemplifica que López “no tiene clase, ni encanto, ni frialdad, ni credibilidad, ni compasión, ni ingenio, ni calidez, ni sutileza, ni sensibilidad, ni autoconciencia, ni humildad, ni honor, ni gracia.

“Ni siquiera sabe entender lo que es una broma y aunque López puede ser risible, nunca ha dicho nada irónico, ingenioso o incluso ligeramente divertido, ni una vez, nunca.

“Y este hecho es particularmente perturbador para la sensibilidad británica. Para nosotros carecer de humor es casi inhumano. Pero con López es un hecho. Su idea de una broma es un comentario grosero, un insulto analfabeto, un acto casual de crueldad.

“López es un troll y como todos los trolls, nunca es divertido y nunca se ríe; sólo canta y se burla. Su mente es un simple bot, como algoritmo de los prejuicios mezquinos y la maldad instintiva. Nunca hay ninguna capa debajo de la ironía, complejidad, matiz o profundidad, es todo superficial”, abundó White.

Un dato más que ilustra esta entrega, basada en la enciclopedia libre de Wikipedia, un trol (del nórdico troll), es un temible miembro de una mítica raza antropomorfa del folclore escandinavo. Su papel en los mitos cambia desde gigantes diabólicos —similares a los ogros de los cuentos de hadas ingleses— hasta taimados salvajes más parecidos a hombres que viven bajo tierra en colinas o montículos, inclinados al robo y el rapto de humanos que, en el caso de los infantes, eran sustituidos por niños cambiados. También se les puede llamar “gente de la colina” o “del montículo”. En los cuentos de las islas Shetland y Orcadas, los troles son llamados trowes.

Pero Nate White, enfatiza: “Algunos podrían ver esto como refrescante, nosotros no, lo vemos como que (López) no tiene mundo interior ni alma”, y comenta que “en Gran Bretaña, tradicionalmente estamos del lado de David y no de Goliat. Todos nuestros héroes son valientes perdedores: Robin Hood, Dick Whittington, Oliver Twist.

“López no es un valiente ni un desvalido. Él es exactamente lo contrario de eso. Ni siquiera es un niño malcriado o un gato gordo codicioso. Él es más un baboso desaseado. Y lo que es peor, es la más imperdonable de todas las cosas para los británicos: un matón (sic). Es decir, excepto cuando está entre matones, entonces de repente se transforma en un compinche llorón en su lugar.

“Él rompe todas las reglas de la decencia básica. Él golpea abajo, lo que un caballero nunca debería hacer y cada golpe que apunta, está por debajo del cinturón. Le gusta particularmente patear a los vulnerables o sin voz, y los patea cuando están abajo.

“Es imposible leer un solo tweet o escucharlo decir una frase, o dos frases, sin mirar profundamente en el abismo.

“Es un Picasso de mezquindades, un Shakespeare de mierda, sus defectos son fractales, incluso sus defectos tienen defectos.

“Siempre ha habido gente estúpida en el mundo y mucha gente desagradable también, pero raramente la estupidez ha sido tan desagradable o la maldad tan estúpida.

“Él hace que Peña (Enrique Peña Nieto, ex presidente de México), parezca digno de confianza y Echeverría (Luis Echeverría Álvarez, otro ex presidente mexicano en edad de muy gran senectud), parezca inteligente.

“De hecho, si Frankenstein decidiera hacer un monstruo de defectos humanos, él haría un López. Y un doctor Frankenstein arrepentido se agarraría los mechones de pelo y gritaría, angustiado: ‘¿mi Dios, qué he creado?’ Si ser un idiota fuese un programa de televisión (las cotidianas y fastidiosas matinés del oclócrata de Palacio Nacional), López sería una serie”, puntualiza que, para la prensa mexicana incluso hasta internacional, “en síntesis, ¡López es la boñiga latina...!”

Sumado a lo anterior, la revista Rolling Stone, dedicó una portada alusiva y comparativa —paradójicamente antítesis del capitalismo—, entre Andrés Manuel López Obrador con el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, describiéndolo: así ven a AMLO en el mundo, es decir, mezclado en lo terrorífico, prevaleciendo la preocupación empresarial del populismo aplicado en el ilusionismo, frente a un surrealismo conmovedor: “Los pueblos tienen el gobierno que se merecen”.