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Hediondo pelaje kakistocrático, engendrado en Dictador de 4ta


. BLAS A. BUENDÍA. ……………………………. Cada día que pasa, la sociedad en general, no solo de México sino a nivel mundial, percibe que en el 2018 los mexicanos invirtieron equivocadamente su voto por haberle abierto la brecha a un delincuente al que encumbró en la Presidencia de México. La referencia recae en el hediondo pelaje kakistocrático de Dictador que habita Palacio Nacional, quien sigue sintiéndose un Virrey pero en plena decadencia, porque “no hay chile que le embone”, en estos tiempos complejos y desafiantes. La figura del menesteroso absolutista Andrés Manuel López Obrador, en su papel aterrador como “presidente de México”, está predestinada a irse al bote de la historia, por haber convertido a esta noble Nación en el hazmerreír internacional. Más aun, porque en la polimesia de sus sermones carroñeros, repite sin desfachatez, sus ataques verbales en contra de la comunidad intelectual, es decir, no tiene empacho hablar como chachalaca atacando desde el más humilde pobre que camina sin horizontes, hasta quienes poseen riquezas descomunales, cuando lopitos se niega a ver la viga que tiene en sus ojos con el ejemplo de sus “adorables y zánganos hijitos”, a quienes convirtió ilegalmente en archimillonarios. México vive frente a un bribón que pretende seguir destruyendo la fortaleza democrática del país, que de no modificar su modelo sociopolítico, lo conllevaría al palpable fracaso y en el futuro inmediato, a padecer un decreto de bloqueo comercial por parte de Estados Unidos, solo por comulgar —a pie juntillas— con la sangrienta narco doctrina castro-chavista, sistema implantado desde el fatídico Foro de Sao Paulo. Pero ahora en adelante, López Obrador tendrá que tragarse sus soflamas pueriles y red de mentiras perturbadoras, toda vez que la Asociación Internacional de Mujeres Juezas (IAWJ, por sus siglas en inglés) entregó el Premio de Derechos Humanos 2023 a la presidenta del Poder Judicial de la Federación, Doctora Norma Lucía Piña Hernández, galardón que es otorgado por la nominación y el voto de sus integrantes: más de 10 mil 400 juezas y aliadas en 143 países de todo el mundo, acto celebrado en el maravilloso país de Marruecos. En un comunicado de la Corte, se ilustra que la Asociación Internacional de Mujeres Juezas es una institución que se fundó hace 30 años y tiene el objetivo de empoderar la red global de mujeres juezas y promover la igualdad en todo el mundo y cuenta con integrantes de cinco regiones globales del mundo como: Asia-Pacífico, Europa y Medio Oriente, América Latina y el Caribe, América del Norte y África Subsahariana. Algunas otras mujeres que han ganado este reconocimiento son: Bertha Wilson (1998), fue la primera jueza de la Corte Suprema de Canadá; Navanethem Pillay (2000), jurista sudafricana, fue Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos de 2008 a 2014. Esmeralda Arosemena de Troitiño (2008), actualmente es comisionada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; Sanji Monageng (2014), jueza de la Corte Penal Internacional en La Haya de 2009 a 2018 y Silvia Cartwright (2021), jurista de Nueva Zelanda, quien también fue Gobernadora General de su país. Con todos esos antecedentes parecería complicado que este premio se hubiera conseguido en Santo Domingo como dijo recientemente el presidente, Andrés Manuel López Obrador, resaltó la prensa mexicana. Marruecos, el gran escenario. Del 11 al 14 de mayo, la IAWJ celebró en Marruecos su 16ª conferencia bienal cuyo tema principal fue el de “Mujeres juezas: logros y desafíos con subtemas de trauma y resiliencia, hermandad y solidaridad e innovación y liderazgo. En esta reunión, organizada cada dos años, se promueve la discusión de temas de actualidad y la identificación de soluciones a través del conocimiento de mejores prácticas. Durante esta bienal también se distingue a líderes en el ámbito jurisdiccional a través de reconocimientos que se otorgan por nominación de las juzgadoras que forman parte de la IAWJ. El Premio de Derechos Humanos que recibió la ministra presidenta del Poder Judicial de la Federación se otorga por el compromiso asumido para asegurar la implementación de principios de derechos humanos y otros referentes significantes para avanzar en la justicia para mujeres, niñas, niños y familias. Entre sus actividades está la construcción de espacios y redes seguros para las mujeres juezas; capacitación y planes de estudio sobre temas de trata de personas y derechos LGBTQ y más. Además, la Asociación trabaja con gobiernos extranjeros, para abordar problemas sistémicos, identificando agentes de cambio y, en última instancia, promoviendo reformas institucionales. Una de las acciones más relevantes en los últimos años fue el apoyo brindado en 2021, a más de 200 juezas de Afganistán, amenazadas por el entonces reinstalado gobierno talibán luego de que ellas habían trabajado para la construcción democrática, así como el desarrollo de nuevos tribunales que atendieran, entre otros temas, la violencia doméstica. Por esta labor, la presidenta de la IAWJ y jueza de la Suprema Corte de Nueva Zelanda, Susan Glazebrook, fue reconocida con el Premio Bolch, de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, Estados Unidos. En algunas de las bienales anteriores, han sido las juzgadoras reconocidas con el premio de Derechos Humanos: • Bertha Wilson (1998), fue la primera jueza de la Corte Suprema de Canadá. • Navanethem Pillay (2000), jurista sudafricana, fue Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos de 2008 a 2014. • Arline Pacht (2002), socia fundadora de la I.A.W.J. de Estados Unidos. • Gertrude Mongella (2004), fue la primera presidenta del Parlamento Panafricano, creado en 2004. • Carmen Argibay (2006), ministra de la Corte Suprema de Justicia de Argentina. • Esmeralda Arosemena de Troitiño (2008), actualmente es comisionada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. • Elena Highton (2010), fue ministra de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina desde 2004 hasta 2021. • Claire L Hereux Dubé (2012), segunda mujer nombrada para la Corte Suprema de Canadá, de 1987 a 2002. • Sanji Monageng (2014), jueza de la Corte Penal Internacional en La Haya de 2009 a 2018. • Patricia Wald (2016), fue la primera mujer en el Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia. • Ruth Bader Ginsburg (2018), segunda jueza nombrada en la Corte Suprema de Estados Unidos. • Silvia Cartwright (2021), jurista de Nueva Zelanda, quien también fue Gobernadora General de su país. Como colofón al tema, la comunidad internacional solo espera que vuelva a aparecer el hediondo pelaje kakistocrático, engendrado en el inquilino de Palacio Nacional, para escuchar que barrabasadas podría expresar en la reanudación de sus oclocráticas pláticas, ahora que la C. Presidenta Ministra de la Corte, Doctora Norma Lucía Piña Hernández, resplandeció en el pódium mundial el nombre de México, pese al desprestigio inaguantable que ha desempeñado López Obrador ante los propios ojos del planeta. Es decir, existe la condena universal que “este hombre (Dictador) le declaró la guerra a la sociedad para proteger al narco”, y porque además, la vox populi sentencia que al Pejelagarto de Palacio Nacional, “no hay chile que le embone"

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