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La bestia de Palacio Nacional


. BLAS A. BUENDÍA. …………………………………………………

La sociedad en general habla de una hipótesis que si se formalizara un concurso de chacales que en la historia de México está saturada su presencia por sus malos hábitos en el poder presidencial, seguramente el ganador sería la actual bestia que sin merecerlo, invadió uno de los recintos más sagrados del país, como es el majestuoso Palacio Nacional.

Con su exagerada arrogancia y vanidad, el #NarcoPresidenteAMLO tuvo la extraordinaria habilidad de engañar a más de 30 millones de mexicanos quienes cayeron en sus redes, transformándose en auténticos imbéciles y miserables que hoy día, siguen debatiéndose entre la vida y la muerte por muchas circunstancias.

Pero el #NarcoPresidenteAMLO, a comparación de otros personajes políticos que también llegaron a ocupar la Primera Magistratura de la Nación en el pasado, incurrió en la desfachatez —sin tenerlo planeado, pero el grado del poder embrutece al más inteligente—, siempre tuvo la pretensión de emular a uno de los personajes más abominables que haya tenido México, Victoriano Huerta, el famoso Chacal de la década de 1910.

Pareciera que la Silla del Águila estuviera poseída por Satanás, quienes se han sentado en ella, sufren de una metamorfosis deformadora del ser humano, es el ejemplo del generalísimo Porfirio Díaz, con sus más de 30 años como dictador.

Desde los ancestros que guardan los anales políticos de la historia, desde la época de Guadalupe Victoria, siendo el primer presidente de México, ha sido el único que cumplido su mandato, se retiró con honores y su reconocimiento republicano.

A través del periplo histórico que guardan las monumentales paredes y columnas de Palacio Nacional, José Victoriano Huerta Márquez, conocido como Victoriano Huerta, fue otro de los políticos que tuvieron tendencias opresoras.

Siendo un político, ingeniero, militar y dictador mexicano, nació el 23 de diciembre de 1850 en Colotlán, Jalisco, México y falleció el 13 de enero de 1916 en El Paso, Texas, Estados Unidos.

Huerta se desempeñó como presidente de México del 19 de febrero de 1913 al 15 de julio de 1914. Llegó al poder como resultado de un golpe de Estado conocido como la Decena Trágica. Comenzó su carrera militar durante la presidencia de Porfirio Díaz y, durante el gobierno democráticamente electo de Francisco I. Madero, logró ascender a general en la primera fase de la Revolución mexicana.

En febrero de 1913, dirigió una conspiración contra Madero, quien le encargó la defensa de la Ciudad de México durante una insurrección iniciada por los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz conocida como la Decena Trágica. Tras varios días de combate dentro de lo que es hoy la Ciudad de México, tanto Madero como su vicepresidente, José María Pino Suárez, fueron depuestos, arrestados y posteriormente asesinados.

El Golpe de Estado fue apoyado por el Imperio Alemán y por los Estados Unidos, durante la presidencia de William Howard Taft. Sin embargo, el gobierno del presidente Woodrow Wilson se negó a reconocer el nuevo régimen y permitió la distribución y venta de armas a las fuerzas rebeldes. Finalmente Huerta fue forzado a dimitir en julio de 1914 y huyó al exilio tras apenas 17 meses en la presidencia, luego de la rendición del Ejército Federal. Fue arrestado en 1915 por autoridades Estado.

Exagerada arrogancia y vanidad. Con un dejo de exagerada arrogancia y extrema vanidad, el chacal Victoriano Huerta logró disolver la legislatura y estableció una dictadura militar. Victoriano fue un general que se convirtió en el 39º presidente de México en 1913 después de un sangriento Golpe de Estado contra el líder democrático Francisco Madero.

Huerta admiraba al anterior dictador Porfirio Díaz, quien había gobernado México durante más de tres décadas con puño de hierro. Huerta quería restaurar el orden y la estabilidad de la Era Díaz.

Pero su régimen era duro y opresivo. Disolvió el Congreso, prohibió los partidos políticos, censuró la prensa y encarceló o mató a sus oponentes. También se enfrentó a una grave crisis económica y a la intervención extranjera.

Sus acciones provocaron una resistencia generalizada de varias facciones revolucionarias, como los constitucionalistas liderados por Venustiano Carranza, los rebeldes de Pancho Villa y Emiliano Zapata, y los liberales de Félix Díaz.

Los Estados Unidos, bajo el presidente Woodrow Wilson, también se opusieron a Huerta. Wilson se negó a reconocer a su gobierno, envió tropas para ocupar Veracruz y apoyó a los rebeldes constitucionalistas con armas y dinero.

Huerta no pudo derrotar a sus enemigos ni asegurar el reconocimiento internacional. Renunció en julio de 1914 y huyó a España. Más tarde trató de regresar a México con el apoyo alemán, pero fue arrestado y murió bajo custodia de los Estados Unidos.

La dictadura de Huerta fue un punto de inflexión en la Revolución Mexicana. Unificó a la oposición, radicalizó las demandas y escaló la violencia. Su legado es de infamia y controversia, cuyo desempeño es emulador por parte del calificado #NarcoPresidenteAMLO.

Si López Obrador hubiera sido más inteligente, seguramente encumbraría a Morena como un partido que sabe gobernar, pero su tendencia oclocrática emanada de la kakistocracia, tenderá llamar a la insurrección para enfrentar a millones de mexicano, cansados de por sí por la cleptocracia política. Su capitulación será tan dolorosa, porque millones de mexicanos que le brindaron su voto popular para encumbrar el espejismo pejista, caerá por su propio peso.

Lo cierto es que los mexicanos si votan o no —pal caso es lo mismo—, reafirmarán su estupidez en dejar que los ladrones del poder sigan saqueando el erario federal, es decir, en una reflexión reza que “el ladrón vulgar te roba el dinero, el reloj, la cadena, el móvil y tu automóvil…

“El político te roba la felicidad, la salud, la vivienda, la educación, el futuro, la pensión, la diversión y el trabajo”, toda vez que el primer ladrón te elige a ti; y el segundo ladrón, lo eliges tú”.

Y como lo sentenciaría la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña: “Sin Estado de Derecho no hay un buen futuro para nuestra Nación, por lo que es urgente restablecer el cada vez más deteriorado Estado”.

Para puntualizar, la candidata aliancista Xóchitl Gálvez, en su campaña por la Presidencia de la República, dijo: “No es posible que la señora Sheinbaum, presuma que México vive sus mejores condiciones, cuando se han contabilizado 180 mil personas asesinadas”, lo que deja a la interpretación que el cinismo de los morenistas ha rebasado la razón humana.

Como no hay violencia ”buena o mala” en tiempos de barbarie, y de ausencia del Estado como garantizador de la vida de los ciudadanos, los dedos acusadores paradójicamente ahora se dirigen a las víctimas.

La Inteligencia Artificial (IA), enjuicia: La violencia es un concepto complejo y multifacético, y su evaluación no siempre es tan simple como “buena” o “mala”.

Contexto y Perspectiva: La percepción de la violencia puede variar según el contexto y la perspectiva. Lo que podría considerarse violento en una situación podría ser justificado en otra. Por ejemplo, la autodefensa podría implicar violencia, pero muchas personas la consideran justificada para protegerse.

Consecuencias: La violencia a menudo tiene consecuencias negativas, como daño físico, trauma emocional y pérdida de vidas. Incluso si se justifica en ciertos casos, sigue siendo un acto con consecuencias perjudiciales.

Valores Sociales y Culturales: Las sociedades y culturas tienen diferentes normas y valores en relación con la violencia. Algunas pueden tolerar ciertos tipos de violencia (como la pena de muerte), mientras que otras la rechazan por completo.

Ética y Moralidad: Muchas personas creen que la violencia es inherentemente inmoral y buscan alternativas no violentas para resolver conflictos. Desde esta perspectiva, no hay “violencia buena”.

En resumen, la violencia es un tema complejo y no se puede reducir a una simple dicotomía de “buena” o “mala”. Es importante considerar el contexto, las consecuencias y los valores personales al evaluar cualquier acto violento.

Para cerrar con broche de oro esta entrega, recientemente el presidente López Obrador —la bestia de Palacio Nacional—, mostró que sigue viviendo en Pejelandia, ya que ¡pronunció la frase más pendeja de su desastroso sexenio!: “No hay violencia…, hay más homicidios…” (¡¡¡…glup…!!!)

¿Somos o no somos?

 

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