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La brújula pérdida del presidente juega con la constitucionalidad de la Nación.



México, a través de toda su historia, ha sido un laboratorio político donde la arrogancia de sus gobernantes siempre ha prevalecido transformándose como si fueran dueños de la Patria para hacer y deshacer a su antojo la Rectoría del Estado que se guarnece en sus 136 artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

En realidad, pretenden como el actual Jefe del Ejecutivo, enmarañarse en modelos extranjerizantes cuando los mexicanos no aceptarían ponerse una soga al cuello para “probar las mieles del terror” que deja, como estela criminal, el comunismo sanguinario.

La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C., considera que el equilibrio, la tradición y la seriedad de épocas ya idas, se han roto en esta Cuarta Transformación de la Nación, ahora entregada a adivinar el pensamiento y acción del C. Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador; con el objeto de romper con la usanza de la no reelección, sino incluso a propiciar un escenario político jurídico para que ello así acontezca, por medio de su acusación de traición a la patria en contra de los señores diputados de su oposición.

Solo bastaría que como en épocas de Álvaro Obregón, tuviese sueños de reeleccionista para eternizarse en el poder presidencial, aun así a costa de su vida.

Pero para esta Academia del Derecho penal, es abominable las actitudes histriónicas del poder, es decir, “el gracioso y bufón Mario Delgado, presidente del Movimiento de Regeneración Nacional, al parecer resulta el adalid, conductor y propiciador de esta infortunada y desgraciada misión política, que viola la esencia y espíritu de nuestra Constitución Republicana, al igual que los más elementales principios de la correcta interpretación de nuestra Norma Constitucional.

Al respecto de lo antepuesto, solía decir Jonathan Swift —escritor satírico irlandés—, autor de “Los viajes de Gulliver” que: “La ambición suele llevar a los hombres a ejecutar los menesteres más viles: por eso para treparse adopta la misma postura que para arrastrarse”.

Lo más delicado y grave de lo hasta aquí expuesto, radica en que al parecer pretenden hacer efectiva la tendencia a perpetuarse en el puesto público de elección popular. Contraviniendo con ello lo dispuesto en el espíritu de la Carta de Carranza, el cual estableció de manera muy clara la “no reelección”.

Pero viajemos a 1917. Las discusiones de nuestros Diputados Constituyentes que dieron origen a nuestra Constitución Política versaron, inspiraron al pueblo de México a evitar e impedir el abuso del poder.

El proceso explicativo de esas tendencias se inicia en el voto popular, cuya violación vicia en su origen la elección del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, aquí basta sólo recordar el antecedente de Porfirio Díaz.

De éste modo, el ardid de Andrés Manuel López Obrador, Mario Delgado y todos sus secuaces y comparsas, pretenden dar inicio a suplantar el auténtico espíritu de la Carta Magna para adueñarse del poder con menosprecio de la voluntad del Poder Constituyente.

En contra de esas necias y arbitrarias tendencias el alma y brío de la Carta Magna, levanta a manera de dique de contención y, con el objeto de suprimir las ambiciones de nefastos del poder el principio jurídico constitucional de la “no reelección”. Principio absoluto para el Presidente de la República, quien jamás podrá ocupar el mismo puesto.

El espíritu de la “no reelección” pretendió y obtuvo el finiquitar un fenómeno político que tuvo su raíz en los vicios en los que incurrieron ciertos gobernantes de aquel entonces.

La prohibición de la “no reelección” se enderezó a impedir la perpetuación en la Presidencia de la República, precisamente porque quien ocupa ese sitial, es el que alcanza más poder para pisotear la ley.

La historia nos suministra el ejemplo de lo acontecido con Porfirio Díaz y el derramamiento de sangre para evitar una vez más su reelección.

Nótese pues, que la contención levantada por la Constitución para impedir la permanencia indefinida en el poder es excelsa.

“En fin, esto es a grandes rasgos lo que en este orden de ideas acontece hoy, en nuestra Cuarta Transformación de la República. ¿No será ya tiempo de exigir, de una vez por todas, el respeto a la Carta de Carranza? ¡Es cuanto”, precisó Alberto Woolrich Ortiz, presidente de Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México.

Ciertamente, como diría un guanajuatense, solo bastaría que, como en épocas de Álvaro Obregón, López Obrador tuviese sueños de reeleccionista para eternizarse en el poder presidencial, aun así a costa de su vida

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