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La enfermería, es la esencia estructural del sector salud




modics@yahoo.com

La naturalización de la profesionalización del equipo de salud con base en género, ha producido incapacidad social para reconocer la importancia que guarda el personal femenino para el fomento y cuidado de la salud, toda vez que se percibe como algo inherente, por ejemplo, al gremio de enfermería, en el cual se pierden de vista muchos aspectos necesarios para la calidad de la atención, construidos desde sus orígenes clérigo-castrenses de la profesión, más que del instituto maternal.

Los procesos para alcanzar la experticia en habilidades técnicas y procedimentales, que en mucho pueden llegar a rebasar las capacidades de los médicos en servicio, tanto en primer nivel, como puede ser vacunar, tomar la presión en cualquier circunstancia dentro y fuera de la unidad de salud, como en segundo o tercer nivel, con prácticas como cateterización o diálisis, requieren de una férrea dedicación surgida de la disciplina basada en el orden, la sistematización, la actuación oportuna y la realización de las acciones con el máximo desempeño, responden más a los principios que en el género masculino, desde la antigüedad, se buscan establecer en el “super hombre”, al que se solicita realizar sin miramientos y con total arrojo, donde podemos observar, que la enfermera se concibe como una profesional que llega a donde otros se niegan, pues primero es el cuidado con el que se han comprometido, por ello, se perciben que la exposición a enfermedades infecciosas o riesgos comunitarios, sociales o institucionales, son aceptables, por altos que sean, si con ello cumplen con el deber trazado.4

Sin embargo, a diferencia de los espacios militares, se le exige comprensión, sensibilización y comunicación con el paciente, para otorgar un cuidado, por lo menos, técnicamente eficiente y efectivo, pero en el mejor los casos de manera afectiva y con calidez de los usuarios del servicio. Difícil combinación ante sistemas que llegan a desprestigiar con etiquetas, desde institucionales hasta personales, que califican sin conocer. Así, se acusa que las enfermeras son déspotas, tajantes o impositivas, sin ver en contextos la labor que les corresponde realizar, ante una población que aquejada por diferentes molestias exige al sistema una atención que sin ver si corresponde el nivel de resolución, los recursos o los tiempos, ubican a quienes sienten más accesibles para descargar las tensiones, en las más ÍA, diversas formas, resultando con ello este personal un escudo muy efectivo para otros niveles de poder que ni siquiera se enteran en la mayoría de los casos, siendo esto desde los médicos, aun los que están en formación, como autoridades administrativas y directivas, quienes no dudan en solicitarles consejos o intervenciones “por el servicio”, cuando algo en los servicios o cumplimiento de metas requiere de sagacidad, experiencia y conocimiento, pero que muchas veces queda en el anonimato dicho apoyo, por el simple hecho que “es parte de que sean mujeres”, donde por cierto, aun cuando existen tantos aspectos generalmente solicitados al hombre, no se concibe un espacio donde destaquen “los enfermeros”.

Es de identificar finalmente, que esta naturalización de roles basados en género, no deja de impactar jerarquías y su consecuente remuneración profesional, pues se le ubica en general por debajo del gremio médico, aun cuando es el personal que recibe a los usuarios, les da el primer trato y registros para el expediente, interactúa para los cuidados y da los apoyos que de manera particular requiere cada integrante de la familia que se atiende en los servicios, en los diferentes turnos de los servicios, sin dejar por ello roles de pareja, madre, hija y demás. Entender los procesos de este gremio en su contexto específico nos puede permitir reubicar la calidad humana y compromiso que debe constituir las características de todo el personal de salud, pero sin que esto sea un elemento de exhibicionismo o presunción, es decir, con la sencillez y compromiso que las enfermeras nos han enseñado de los orígenes de su profesión, como se dice popularmente, con la camiseta bien puesta de la profesión y la institución, hasta tatuarla en la piel.

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