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La III Feria Internacional del Libro de Coyoacán rindió un homenaje a la escritora Elena Poniatowska


Acompañada de los periodistas Pablo Espinosa y Javier Aranda, la escritora conversó sobre su labor periodística y ante un público deseoso de saludarla compartió diversas anécdotas sobre sus inicios en el oficio y las entrevistas que realizó en la cárcel a diversos personajes, entre ellos, a David Alfaro Siqueiros

“Si alguno de ustedes quiere ser escritor yo les aconsejo que vayan a la cárcel porque los presos están ansiosos de contar su prodigiosa vida de verdades, su prodigiosa vida de mentiras, ellos quieren un oído, quieren que los escuchen”, dijo la autora de Hasta no verte, Jesús mío

“Conocer al mundo, conocer a México, conocer a otros, se lo debo todo al periodismo y a las preguntas tontas que yo hacía, super ignorantes, yo lo que sabía era rezar y se acabó (…) yo no tenía una educación más que de eso, así que se puede arrancar en la vida, se lo digo a todos ustedes, desde cualquier punto”, agregó la narradora, luego de externar también que fue el grabador Alberto Beltrán “la persona que más me enseñó a conocer a un México al que jamás hubiera yo tenido acceso”

La III Feria Internacional del Libro de Coyoacán rindió un homenaje a la escritora Elena Poniatowska, quien ante un público deseoso de escucharla y saludarla compartió diversas experiencias sobre su labor periodística, desde sus inicios en el oficio hasta las entrevistas que realizó a varios personajes en la cárcel, entre ellos, al pintor mexicano David Alfaro Siqueiros.

Acompañada de los periodistas Pablo Espinosa y Javier Aranda, la conversación la condujo a evocar a José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Fernando Benítez, con quienes trabajó directamente “yo los veía en el suplemento de Fernando Benítez de México en la Cultura”. También, durante la charla se refirió a la historiadora y crítica de arte Teresa del Conde, a la gran entrevistadora Cristina Pacheco y al escritor Edmundo Valadés “un gran cuentista olvidado”, dijo.

Tras agradecer la presentación que el periodista cultural Pablo Espinosa hizo de ella, Elena Poniatowska contó que se inició en el periodismo cuando nadie de los ahí presentes había nacido “porque ya tengo 92 [años de edad] entrados a 93”, dijo, al mencionar que se inició en el periódico Excélsior, en la sección de Sociales, para luego por fortuna pasar a la sección Cultural, pero terminaría por cambiarse al periódico Novedades, donde recibiría una mejor paga, de 75 pesos por artículo.

Refirió que en el periodismo siempre hay el temor de dónde saldrá el artículo al día siguiente, por lo que hay mucha zozobra y en ese sentido ser periodista “no es bueno para el corazón”. Asimismo, expuso lo complicado que resulta combinar el oficio con la maternidad porque “finalmente el periodismo es un veneno, es una pasión, entonces uno sale a cualquier hora, en cualquier momento a cubrir un acontecimiento y nunca sabes cuánto te vas a tardar”

Narró que una vez llegó tardísimo por su hijo mayor “lo vi en la explanada de la escuela, solito, sentado en su mochila y me sentí la bruja escaldufa, Cruella de Vil, la madre más terrible, así que sí se corren riesgos…”. También contó la anécdota de cuando le preguntaron si los domingos su mamá lo llevaba a Chapultepec, a lo que el niño respondió: “No, mi mamá los domingos me lleva a Lecumberri”.

Por aquella época, la autora de La noche de Tlatelolco llevaba a su hijo a la cárcel porque “entrevistaba a los presos políticos y entre otros, a David Alfaro Siqueiros que era un gran pintor, siempre muy greñudo y yo me atrevía a preguntarle, ¿Maestro, pues a qué hora se peina usted? y se enojaba. Me decía: Me peina regularmente el Partido Comunista’”, rememoró la Premio Cervantes 2013.

La autora de Hasta no verte, Jesús mío relató que visitó muchas veces la cárcel. “Si alguno de ustedes quiere ser escritor yo le aconsejo que vayan a la cárcel porque los presos están ansiosos de contar su prodigiosa vida de verdades, su prodigiosa vida de mentiras, ellos quieren un oído, quieren que los escuchen, no es fácil entrar en la cárcel” dijo, pero en aquella época un general de nombre Carlos Martín del Campo le tuvo simpatía y la dejó pasar a hablar con los presos, una experiencia que significó una lección extraordinaria que la introdujo a un mundo insospechado, externó.

“Conocer al mundo, conocer a México, conocer a otros, se lo debo todo al periodismo y a las preguntas tontas que yo hacía, super ignorantes, yo lo que sabía era rezar y se acabó (…) yo no tenía una educación más que de eso, así que se puede arrancar en la vida, se lo digo a todos ustedes, desde cualquier punto”, agregó la narradora, luego de expresar también que fue el grabador Alberto Beltrán la persona quien más le “enseñó a conocer a un México al que jamás hubiera yo tenido acceso”.

Poniatowska comentó que fue su papá quien le regaló “su primera máquina de escribir que para mí fue un tesoro” y su mamá “fue un ángel” porque recortaba sus artículos y los pegaba en una libreta. Reiteró que cuando inició desconocía muchas cosas y cuando la invitaron a Cuba no sabía del comunismo, ni de Fidel, ni de la Revolución, pero “yo finalmente me fui construyendo a base de preguntas, muchas de ellas yo creo que muy tontas, muy ignorantes, pero como insistí, si insistes acabas aprendiendo y además tenía yo la suerte de que la genta estaba muy bien dispuesta hacia una mujer joven, curiosa, yo no les caía mal”.

En su oportunidad, el periodista Javier Aranda Luna destacó que contrario a lo dicho por la escritora, sus preguntas eran muy inteligentes, lo que ejemplificó con la entrevista que Poniatowska le realizaría al expresidente venezolano Hugo Chávez. Aranda Luna, director de noticias de Canal 22, también se refirió a la importancia del archivo de la autora de De noche vienes.

“Desde mi punto de vista, es el archivo más importante de un escritor mexicano del México moderno, porque el espectro de Elena es tan amplio como sus intereses. En ese archivo existen investigaciones y entrevistas de carácter político, de movimientos sociales, de movimiento de mujeres, digamos si queremos entender cómo se desarrolló el feminismo en México se tienen que echar un clavado en el archivo de Elena Poniatowska”, comentó Aranda Luna.

También el periodista cultural Pablo Espinosa, autor de diversos libros, abrió la conversación con una presentación de la homenajeada a manera de paráfrasis del prólogo que Elena Poniatowska le escribió para su más reciente título, es un texto que representa “uno de mis grandes tesoros”, dijo, escrito en un estilo de pregunta y respuesta que el también editor del periódico La Jornada imitó:

“¿Quiere usted saber lo que es una buena entrevista? Lea a Elena Poniatowska. ¿Quiere usted conocer la amistad que mantuvieron dos niñas francesas con el gran compositor Francis Poulenc, vecino de ellas, y quien compuso una obra para la niña Elenita? Tómese un café con Elena Poniatowska. ¿Quiere usted saber quién fue el último rey de Polonia? Lea usted la impresionante novela de mil páginas, El amante polaco, donde la descendiente de Estanislaw Poniatowski, Elena Poniatowska, narra la vida de su ascendiente entrelazada con su propia vida. ¿Quiere usted saber por qué los reporteros siempre andan con su libretita? Pregúntele a la reportera Elena Poniatowska. A sus frescos 92 años es la más importante escritora mexicana viva y la mejor reportera de cultura, su capacidad de trabajo y su invención creativa no tienen límites”, afirmó Pablo Espinosa.

La Feria Internacional del Libro de Coyoacán cerró su tercera edición con el concierto Homenaje a Francia, a cargo de Atenea Ochoa. Y antes, Guillermo Velázquez y Los Leones de la Sierra de Xichú, ofrecieron el concierto y la presentación del libro No hay destino sin camino. Ecos del Páramo a 104 años del natalicio de Juan Rulfo.

La tarde de este domingo también se presentaron las antologías de poesía y relato breve del Primer Premio Voces del Futuro, fruto de la colaboración entre SOPHIA y FILCO, un libro festejado y comentado por Gerardo Valenzuela Nava, director y fundador de la feria, porque muestra la pasión y la imaginación de los jóvenes escritores y escritoras para que sus voces sean apreciadas y celebradas. Los volúmenes recogen un total de 25 obras y son un homenaje al talento poético y un tributo a la imaginación.

La última jornada de la feria de las letras abrió al ritmo de salsa y danzón con la participación de entusiastas concursantes que se dieron cita en el Escenario Simone de Beauvoir para participar en el Baile de la Tercera Edad, haciendo gala del dominio de un conjunto de ritmos y estilos afrocaribeños de la salsa y las formas elegantes y cadenciosas del danzón.

La FILCO se desarrolló en la histórica plaza Hidalgo, en una gigantesca carpa de 3 mil 700 m2 poblada de libros, convirtiéndose en la “fiesta literaria más grande en la historia de Coyoacán” que a través de la suma de esfuerzos de diversas instancias y voluntarios que apoyaron esta iniciativa autogestiva logró convocar a lo largo de diez días más de 200 mil visitantes y 85 mil ejemplares vendidos, por medio de una amplia oferta literaria, artística y cultural, plural e incluyente, informó Valenzuela Nava durante la ceremonia de clausura.

 

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