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La justicia que se va


. MAGISTRADO MARCO POLO ROSAS BAQUEIRO. ……..

Hola querido lector, me da mucha tristeza lo que está pasando en México, con la propuesta de reforma judicial.

Te voy a explicar por qué. La mayoría de la gente cree que defendemos un empleo. Tal vez haya otros que lo hagan, YO NO. Y sé que muchos trabajadores judiciales comparten conmigo esta visión.

Lo cierto es que desde ese punto de vista, quizá la reforma judicial, nos permita el descanso que desde hace muchos años, algunos merecemos y que no queremos tomar, debido a la vocación por el servicio.

A que pensamos que todavía le somos útiles a México. Aun si tomamos otro empleo, lo que hemos aprendido del derecho, seguramente nos permitirá obtener un salario digno.

No moriremos de hambre. or lo menos, yo no le temo al futuro económico. Sé vivir sencillo. No requiero tanto. Quién te habla es un magistrado de circuito.

Cada semana me toca leer aproximadamente el equivalente a una biblia y media; es decir un promedio de 3000 hojas.

Me levanto a las cinco de la mañana y me duermo a las diez de la noche. Trabajo de lunes a sábado.

Como titular de un órgano jurisdiccional, llevo 15 años y de carrera judicial casi 24; por lo que calculo que por lo menos, me ha tocado revisar y firmar, ya como juez, cerca de treinta mil sentencias.

No he dejado de estudiar derecho desde segundo año de la preparatoria en que tomé el tronco de derecho y filosofía, es decir desde 1988; o dicho de otra manera, me ha tocado estudiar derecho, 36 años.

Y me sigo actualizando. Solamente por cursos y especializaciones creo que he tomado más de 150. Toda esa experiencia es para los justiciables.

Mañana que elijas por votación a los nuevos jueces que te brindarán el servicio en los tribunales, seguramente que yo me iré, porque no me imagino compartir el tribunal con políticos de carrera; con abogados deshonestos; con licenciados que tienen algún interés que justificar y que no tenga que ver con la justicia.

No quiero tener que verme con ellos. Seríamos agua y aceite. No hay precio que me pague la razón por la que sigo en el Poder Judicial de la Federación.

No me iría por carecer de un empleo; lo dejaría, por ya no ser el lugar apto para desarrollar mi vocación de hacer bien y mantener en orden y en paz a este país.

Y sé que muchos que son como yo, también se irán. Me ha tocado ver muchos asuntos, pero en corto te puedo decir que como proyectista de sentencias propuse la liberación de una mujer acusada de complicidad en un secuestro, cuando su único delito fue compartir la comida de sus hijos con el secuestrado; como juez dicté el amparo de una chica acusada de robo, pero agravado por haberlo cometido supuestamente en pandilla, cuando jamás había estado en una pandilla; el estudio permitió la disminución de su condena; en materia familiar he reunido a padres con sus hijos; corregido pensiones alimenticias abusivas y otorgado otras merecidas; brindado protección a quienes carecían de cuidado; haciendo justicia, en muchas ocasiones, cuando mis compañeros y yo, éramos la última oportunidad para otorgarla.

Como profesor de derecho he enseñado a muchas generaciones de jueces, a ser verdaderos jueces.  Han aprendido que la justicia, sin vocación no sirve.

Que la función judicial sin amor es absolutamente estéril.

 Ya no contarás con esa experiencia.

 Nos iremos. Seguramente te darás cuenta entonces, que perdiste bastante, cuando sepas que habemos apenas dos jueces federales por cada cien mil habitantes y con todo y limitaciones, aun hacemos la diferencia.

Aun levantamos la voz por ti. Nos extrañarás, cuando te quiten tu casa, tu parcela, tus gallinas, las medicinas, los servicios públicos, tus prestaciones laborales o aun tu apoyo, por una ley injusta y no haya modo de frenar la arbitrariedad de un poder totalitario.

Ya no estaremos allí, porque cuando pudiste defender a quien te defiende, NO HICISTE NADA.  Fuiste indolente y guardaste silencio.

Así que tú, querido lector, parte del pueblo de México, que quizá también seas legislador por corto tiempo, estás a tiempo de no ser cómplice de una fechoría. Solo el tiempo dirá de qué lado estás.  Ojalá que no sea muy tarde"

 

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