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Los abogados de México han perdido la fe en la Cuarta Transformación


La mística trascendental de aplicar el Estado de Derecho que aún nos gobierna en este México tan bello y exuberante, nos encamina a marcar pautas que deben de prevalecer por siempre y para siempre, ya que el actual gobierno ha mostrado una patética incapacidad para gobernar al grado que la 4T ha transformado al territorio mexicano en una monumental necrópolis.

Las generaciones buscan que ese anhelado Estado de Derecho sea permanente, un legado ético y de principios que se debe fortalecer para rescatar a nuestro país de las injerencias extranjeras, que abanderan verdaderos traidores a la patria.

Muchas veces, agentes de poder perjuros -emanados de la Oclocracia-, pretenden aplicar modelos comunistoides mamertos para destruir las instituciones democráticas y el propio desarrollo de toda Nación, generándose notoria discapacidad mental del propio gobierno para reconstruir el orden perdido.

La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C., cita: “Somos muchos los abogados de esta gran nación, que a la fecha han perdido la fe en la Cuarta Transformación de la República y por sobre todo en muchos de sus jueces que imparten justicia en nombre de ella, resulta triste reconocer tal situación”.

El abogado penalista Alberto Woolrich Ortiz, aclara que “quienes pertenecemos al Foro Independiente, bien sabemos que para encontrar justicia es requisito indispensable serle fiel, manteniendo el decoro de la misma, con escrúpulos y entusiasmo, sin negligencias, fatigas u omisiones.

Es de lamentar que muchos de nuestros jueces no se hayan encariñado con la justicia y de manera ignorante, cobarde y arbitraria se dediquen a pisotearla, burlándose de todo lo que se encuentra escrito en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aceptando causas injustas, sólo para proveer injusticias y arbitrariedades en contra de muchos mexicanos, toda vez que existen jueces que con esmero trabajan con fervor para impartirla, pero rodeándose de inequidades, servilismos y corrupciones, consiguiendo siempre con ello enlodar nuestros recintos.

Nadie puede ni debe ocultar que algunos de esos iletrados, se presentan ante nuestros tribunales llevando en su mente, no justas ni honestas razones, portan recomendaciones secretas de inmorales fiscales, ocultan peticiones y ambiciones, denotan parcialidad y se postran ante la corrupción de otros muchos de sus pares, confunden nuestros templos de justicia con casas de mala nota.

Con ello sólo demuestran lo que son, unos ignorantes que satisfacen sus propias intrigas. Para conocimiento de esos engreídos somos muchos los que lucharemos con el objeto de que se retome la pureza en nuestros tribunales. México lo requiere.

Los que sí son versados en técnicas de derecho saben, conocen y perciben que en algunos de los recintos de impartición de justicia, algo apesta y despide olores penetrantes a corrupción, ignorancia y putrefacción. Lo triste que la Primera Magistratura del País ignora ello y hace nada para evitarlo. Notoria y peligrosa es la incapacidad para gobernar.

“Muchos de mis hermanos de profesión defienden causas importantes para sus clientes, en esas causas, en las que de su veredicto depende la libertad, honra, patrimonio, tranquilidad, seguridad y bienestar para los justiciables, ellos las defienden porque creen en la justicia, están inmensamente convencidos de que a su patrocinado le asiste la razón, le asiste el derecho; no sólo según los códigos, sino también su propia consciencia moral nacida de aquél juramento para obtener su patente de licenciados en derecho. Saben que vencerán si en México existiere justicia, cosa que no acontece. ¿Hasta cuándo vamos a tolerar ello?, ¿hasta cuándo tendremos que esperar la justicia prometida?”, puntualizó el prestigiado penalista Woolrich.

Es de considerar que la cultura mexicana en materia de derecho por parte de la ciudadanía, ésta también se ha visto acorralada y millones son rehenes del crimen organizado que se ha vestido, vergonzosamente, en “juez y parte”, desde la propia óptica de la Fiscalía General de la República, de las 32 fiscalías de los estados que conforman la esfera de la federación y ministerios públicos que no ejercen la espiritualidad de nuestras leyes, propiamente en el combate del narcotráfico que ha tendido sus redes operacionales en más del 35% del territorio nacional.

Por fortuna, México funciona metafóricamente a través del mimetismo, que se integra como una habilidad que ciertos seres vivos poseen para asemejarse a otros organismos y a su propio entorno y concretar alguna ventaja funcional.​

El objetivo del mimetismo, sin embardo, es engañar a los sentidos de los otros seres que conviven en el mismo hábitat de manera rústica, induciendo en ellos una determinada conducta que desgraciadamente se conjuga con la ingobernabilidad y la desenfrenada anarquía, transformando al territorio mexicano en una monumental necrópolis.

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