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López Obrador, títere del narco Fascismo. Tiranos exitosos que hallaron pronto su muerte

.BLAS BUENDÍA. ……………………………                                                                                                       Referente al poder absoluto, las sociedades del mundo conocen que en sus manos tienen una poderosa arma para evitar el poder dominante que solo saquea la riqueza de las naciones, dejando una estela de pobreza y marginación.¿No saben cómo lo obtuvieron? Esos seres repugnantes que fueron en primera instancia, ciudadanos ordinarios, sus debilidades mentales se mostraron al dejarse deslumbrar por mensajes subliminales cayendo en las redes del engaño, la denostación y la amenaza en contra de quienes fueron jefes de las otras mafias del poder.

Desde que existieron los llamados “convenios” y los Manifiestos Nacionales, el mundo rodó como vil pelota cayendo a los pies de los Frankesteins de la época, por emplear una serie de tácticas convirtiéndose en los tiranos más infames de la historia, usando un poder inimaginable, cada quien con sus métodos de amenazas y exterminio, ya que sigue siendo la única tónica de consolidarse su poder.

Entre los más renombrados destaca el nombre de Adolf Hitler, tal vez el peor genocida y más patético que tenga registrado la historia de la humanidad, porque usó la demagogia como herramienta para conquistar y eternizarse en el poder, desapareciendo a sus enemigos y haciendo creer al pueblo alemán, referente al nacimiento de una nueva casta indoeuropea (Llámese: aria).

Sadam Hessein, tuvo el acierto deshonesto de “acabar con sus detractores”; Idi Amin, el carnicero de Uganda, se dio a la tarea de “gobernar mediante el miedo”; Joseph Stalin, “controlar la verdad de las mentiras”; Muammar Gaddafi, se pronunció por “crear una sociedad nueva”; Kim Il Sung, “gobernar para siempre”, porque todos ellos se creyeron los nuevos dioses muy por encima de Jesucristo.

En torno a todo ello, sigue existiendo un pequeño truco, tomando decisiones desagradables para toda sociedad, porque los filósofos coinciden que “gobernar pudiera ser una tarea fácil”.

Si bien el término “tirano”    forma parte de la mezcla de entre la popularidad y la fantasiosa idea de mentirle de forma sistémica a los pueblos del mundo, se transforman en gobernantes crueles y opresores. “La tiranía es el gobierno de las personas que quieren ver resultados”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido absorbido también por la abominable asunción demagógica del temible Hitler, que en el terreno de la intelectualidad, solo se trataron de dos personajes “extraordinariamente mediocres y megalómanos”, pueriles elementos para ser estudiados por calificados médicos siquiatras sobre el comportamiento de la histeria del ser humano, ya que el dictador potencial por lo general, se interioriza en los excesos del narcisismo.

Esos personajes necesitaron de un terapeuta para quitarles lo loco y salvajes, pero como se sentían “dioses”, no hubo modo de convencerlos para ser sujetos a exámenes siquiátricos para medir el grado de peligrosidad.

El siglo XX fue un parteaguas entre el bien y el mal —más mal que bien—. Después de la Primera Guerra Mundial, Alemania sufría de una agobiante hiperinflación, la cual detonó en la generación de empleos masivos, en momentos precisos cuando las personas de esa época, con urgencia, necesitaban mucho dinero para cuando menos comprar un pedazo de pan. Las necesidades no han cambiado mucho a través de los siglos, observando que hasta “el orgullo nacional ha sufrido pulverizaciones”, por el encomio de la riqueza desmedida.

El “compendio”, los “tratados” o los “manifiestos” no han dejado de ser documentos específicos, al grado de calificar que los pueblos eligen a su “tirano exitoso”, sin importarle la completa degradación social por la que atraviesan.

Hitler, por ejemplo, tenía bien definido la concepción mental para manipular al pueblo alemán, y ubicarlo como su defensor estando en contra de la oligarquía del poder económico.

En un juego de palabrerías, Hitler idealizaba: “Lo único que me interesa es el pueblo alemán. ¡Solo les pertenezco a ellos! ¡Me entrego al pueblo alemán!”, hallando vítores de gloria porque contaban con un hombre valiente, que a la vuelta del tiempo, obcecado por el poder, se transformó no solo en un tirano, sino en un potencial genocida. Es decir, cuando alguien se nombra “El hombre del pueblo”, esos son los pequeños detalles que hay que estudiar, porque hacen la diferencia, de estar vivos, o estar muertos, decretado por un maldito loco.

Hitler contaba con una ingeniería demagógica de avanzada. Hitler buscaba una oportunidad para terminar con las libertades civiles y acabar con la oposición, y la encontró.

Los dictadores potenciales —acusan estudiosos de la siquiatría universal—, de forma instintiva, saben que cuando amenazan a las personas, buscan a un líder autoritario y fuerte, que finalmente apoyan a “ese hombre fuerte”.

Los cómplices y conspiradores desde épocas remotas han prevalecido. Es un modelo que no ha cambiado porque sus seguidores —hoy calificados en México como “chairos” necios, mentecatos, estúpidos, majaderos, sosos e insulsos—, asumen un papel de traidores fingidos y desleales ante un pueblo que viene exigiendo “¡Justicia!”

Mundo mega-peligroso. El narco comunismo se ha vuelto una plaga vinculatoria con las mafias del poder de América Latina, porque el gobierno obradorista, tiene acuerdos con cédulas terroristas que vienen destruyendo la paz no solo de México, sino del continente americano. Los Grupos de sangre coparticipan bajo las órdenes de los carteles azuzados por el Foro de Sao Paulo, caterva de asesinos seriales.

Cuando los gobiernos democráticos secuestrados por las mafias fallan, lo único que queda son los carteles, cuyas familias criminales se hacen cargo de todas las acciones negativas, quedando bajo su férreo control, estableciéndose un gobierno de facto al Constitucional.

Pese a que López Obrador es un títere del narco fascismo que ha invadido hasta las esferas del Poder de Estados Unidos, la narco burguesía intolerante semeja el Manifiesto Comunista de Carl Max y Friedrich Engels, precursores del socialismo reaccionario que ha dejado al proletariado al filo de la pobreza y la ruindad sin lograr en lo mínimo un desarrollo sostenible.

El cartel como Estado que se maneja desde Palacio Nacional, cuenta con grupúsculos de infiltración política, su determinismo integra lógicamente el corazón de los carteles en América Latina

El cartel solo existe por una razón, para maximizar las acciones salvajes porque forma parte de la “única ética Moral”, es un cálculo…, un cálculo radical puro y objetivo, que al final de ese camino escabroso, solo justifica los medios, pues para la generalidad del pueblo mexicano, “no es nada confiable esa política de absolución” a pesar de que los carteles no son prescindibles porque todo eso es leña para fuego, que por lógica no va a prender sin ninguna chispa para la reconstrucción de la República.

El cartel de Palacio Nacional, por donde se pasea el presidente Andrés de manera solitaria, mantiene su anhelo de exterminar a pueblos enteros, no así cuando inició esta carrera de la muerte contra el todavía poderoso cartel del neoliberalismo, tiene varios frentes por avasallar, por ejemplo, aniquilar la disidencia de la antigua mafia neoliberal.

Con ese sentido, inicialmente, la palabra “neoliberalismo”, se refería a un pensamiento más moderado que el liberalismo clásico, que promovía la intervención del Estado para reducir la desigualdad social y combatir el monopolio, identificando al neoliberalismo con el llamado “milagro alemán”.

México sigue padeciendo de las trampas no solo de quienes poseen el Poder democrático, sino que ahora se suma la injerencia militar bajo la turbadora tolerancia del Ejecutivo.

Pero no todo son hojuelas azucaradas porque desde las bases de la tropa, prevalece la inquietud del inconformismo, acusando que ha sido tan monstruoso el sistémico saqueo del erario por parte de los Generales, llevándose maletines atiborrados de millones de dólares, siendo solo repartidos por los altos jefes de la milicia castrense. Es como hablar de una especie del “botín de guerra”.

Como respuesta de lo anterior, se compagina en momentos en que el territorio mexicano se ha transformado en un campo de batalla, en un gigantesco Campo Santo, regiones enteras se han convertido en magníficos polvorines al grado de observar un estado de completa descomposición, luciéndose con sus pueblos abandonados, que a pesar de ser “peinados” por la presencia de la Guardia Nacional, su presencia en la República Mexicana no han servido de nada, que si bien recibe “balazos y no abrazos”, sus bajas se mantienen como Secreto de Estado.

A lo largo y ancho del territorio mexicanos se observa la existencia de pueblos fantasmas, cuan nómadas sus moradores, huyen del narco corazón bélico desatado tanto en el sur como en el norte del país. ¿Pero a dónde habría que huir, si todo el narco lo tiene copado?

A los carteles no les interesa quién o quiénes se les cruzan en su camino, su respuestas es la efectividad del exterminio, porque su único raciocinio es afianzarse al poder concentrado.

El cuestionamiento para la Casa Blanca, el Pentágono, el Tesoro y el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica también se preguntan ¿cómo acabar con todos esos miembros de los carteles que operan con una pasmosa impunidad, violando todas las leyes?”, cuando ciertamente, el 85% del territorio mexicano ya es dominado por el narcotráfico.

Se reafirma que las "manos negras" del Foro de Sao Paulo ordenan los asesinatos por catálogos en contra de candidatos presidenciales que no son afines a sus intereses que no tienen escrúpulos. El caso de Javier Milei, recién nombrado Presidente de Argentina, no dejará de ser la excepción.

Es el caso de Fernando Villavicencio, quien era uno de los candidatos a las elecciones del 20 de agosto pasado, y quien tenía una línea política de transparencia. El aspirante presidencial ecuatoriano fue asesinado el miércoles 9 de agosto, de tres disparos en la cabeza, a manos de sicarios al finalizar un mitin político en Quito, según confirmaron autoridades.

En víspera de que habrá la renovación del poder presidencial en México para el 2 de junio del año 2024, Ecuador se ensalza como un presagio para que las aspirantes presidenciales mexicanas pudieran redoblar su seguridad por ser agentes públicos al alcance de pueblos que exigen mil detalles.

Todos, sin embargo, se preguntan: ¿habrá sicarios que ya tienen órdenes de sacrificar y crear mártires, en razón de género, en caso de que algún candidat@ opositor@ al régimen lopezobradorista, pretenda derrocar a la 4T por la vía democrática al presidente Andrés? Solo el tiempo lo determinará.

Si bien para la sociedad estima que “el gobierno del Peje Presidente no solo le hace falta una reestructuración de idiotas”, sino que en esta renovación incluiría al mismísimo Jefe del Ejecutivo federal, México se halla en el limbo de la vergüenza porque a lo largo de este “sexenio”, nunca respetó los ideales de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

A lo largo de este fallido sexenio —único en su especie— jamás ha rendido cuentas claras como lo esperaban los más de 30 millones de incautos que votaron por una transformación fantasmagórica bautizada por su autor intelectual y material, como la 4T.

Por ello, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, envolvió a Julio Scherer Ibarra, quien a través del escándalo mediático, renunció al cargo de Consejero Jurídico de la Presidencia de la República, el 2 de septiembre de 2021, habiendo hasta ese momento, 31 cambios en gabinete, llegando a la conclusión que ni el Ejecutivo, ni quienes han ocupado carteras transcendentales, merezcan un pleno reconocimiento a la valorización de la institucionalidad republicana.

Lo peor fue cuando López Obrador implementó una política de “austeridad” al eliminar 43 organismos públicos cruciales para México y otros 27 están en riesgo, lo que ha originado el malestar popular porque millones de personas, entre los que también se incluye la invasión de expatriados a territorio mexicano, carecen de tener a su alcance el Estado de Derecho.

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