López se ira de la presidencia trinando contra el Poder Judicial
- BLAS A. BUENDÍA
- 8 ago 2024
- 5 Min. de lectura
. BLAS A. BUENDÍA. ……………………………………….
Así como lo lee usted distinguido y amable lector. Andrés Manuel López Obrador se irá de la Presidencia de la República debido, no solo a su intrincada manera de ser una amenaza para México, sino trinando en contra del Poder Judicial, toda vez que éste es una inviolable coraza de las ciencias del saber en materia de justicia, atributos que no le ajustan al Ejecutivo por su sapina ignorancia.
En sus conferencias mañaneras nunca se le ha escuchado, o que algún seudo reportero —con sus contadas excepciones— le haya preguntado cuántos artículos tiene la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y cuántos transitorios.
Solo para que se entere el inquilino temporal de Palacio Nacional, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 es la carta magna y norma fundamental, establecida para regir jurídicamente al país, la cual fija los límites y define las relaciones entre los poderes de la federación: poder legislativo, ejecutivo y judicial, entre los tres órdenes diferenciados del gobierno el federal, estatal y municipal, y entre todos aquellos y los ciudadanos.
Así mismo, fija las bases para el gobierno y para la organización de las instituciones en que el poder se asienta y establece el pacto social supremo de la sociedad, los derechos y los deberes del pueblo mexicano.
Cosa que para el famoso #NarcoPresidenteAMLO, tal vez desconoce debido a ese oscurantismo de hacer de México un país comunista, en una ínsula del terror...
La Constitución de 1917 es una aportación de la tradición jurídica mexicana al constitucionalismo universal, dado que fue la primera Constitución de la historia que incluyó derechos sociales, expresados en los artículos 3, 27 y 123, producto de las demandas de las clases populares que protagonizaron la Revolución mexicana.
En total, el texto constitucional cuenta con nueve títulos que contienen 136 artículos y 19 transitorios. El texto sigue los lineamientos clásicos de las doctrinas políticas al contar con una parte dogmática, que abarca los primeros 38 artículos que establecen derechos y obligaciones; y una parte orgánica, contenida en los 98 artículos restantes, que define la organización de los poderes públicos.
Tuvo como precedentes la Constitución de Apatzingán de 1814, la Constitución de 1824 y la Constitución de 1857. Respecto a esta última, en términos del sistema político, entre los cambios principales se encuentran la eliminación de la reelección del Presidente de la República y del cargo de vicepresidente, así como la creación del municipio libre.
Al respecto, la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, A.C., que preside el licenciado Alberto Woolrich Ortiz, dijo que es de elogiarse aquella regla del Derecho que dice tajante: “El que una vez dado por malo, siempre lo deben de tener por tal, hasta que pruebe lo contrario” (Semel malus semper praesumitur malus).
Desde los inicios de la Cuarta Transformación de la Nación —señala el Ateneo— el Poder Judicial Federal apareció como el más agredido y más afectado, debido a aquellas resoluciones emitidas para poner coto a la forma de violentar los preceptos de nuestra Carga Magna por parte del Primer Magistrado de la República, desde la apertura de esa gobernanza se pretendió someter al poder de la justicia.
Desde aquellos años, pese al genérico comportamiento de muchos afines a Andrés Manuel López Obrador, resultó de magna importancia la contribución a la justicia que efectuó el talento de un núcleo activo de jueces de distrito y magistrados federales.
Sin embargo, y no obstante a esas decisiones jurisdiccionales, el advenimiento del régimen del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) no ha modificado en lo esencial su intentona de destruir al Poder Judicial Federal, que como reza el refrán popular: “…El Ejecutivo no se saldrá con la suya, porque el Poder Judicial, ¡no se tocar!...”
El poder judicial es el encargado de velar por el cumplimiento de la Ley. Es decir, se ocupa de la resolución de los conflictos en la sociedad siguiendo de lo que dicta la Constitución o el ordenamiento jurídico que corresponda. El poder judicial se compone de juzgados y tribunales, que son órganos judiciales y jurisdiccionales.
Esa manera de gobernar, legislar y opinar se ha convertido en el más tenaz enemigo de la justicia, de la dignidad y de la independencia exigible por la Separación de Poderes, por la administración de justicia y por el decoro institucional. Esa forma de mandatar pretende que nuestros señores impartidores de justicia se conviertan en jueces, funcionarios y titulares de un poder sometido y represivo.
Esa es la exigencia directa del Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, cuando lo que requiere nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, básicamente, es lo contrario. Nuestra Ley de Leyes estipula una definida independencia de la justicia frente a todos los demás poderes-públicos, así sean éstos los de la narco-política, o de cualquier color partidista.
Si en esos seis azarosos años de gobierno, se hubiera seguido el pensamiento de Don Ricardo Franco Guzmán: “…Para regenerar a nuestra República se necesita que los Tres Poderes de la Unión cumplan de manera cabal con el deber que les impone nuestra Constitución…”, otra percepción habría de esa forma de gobernar.
Lo cierto es que López Obrador le detestan los abogados honestos, y todo el aparato de justicia que gobierna a esta nación, desde aquella ocasión en que fortuitamente se transformó en un fratricida, que luego de asesinar a su hermano menor José Ramón López Obrador de un balazo en la cabeza, recibió una tunda que le propinara la policía de su pueblo natal Macuspana, Tabasco.
Debido a esa infausta faceta de su vida, según advierten lugareños que conocieron de este desafortunado desenlace, lo sigue dominando el odio, el rencor y la ira, al grado que durante su sexenio presidencial, sigue mostrando su rostro mesiánico más pueril que ningún otro presidente haya incurrido en los anales de las mentes criminales.
Ahora, transcurrido sus casi seis años de pésimo gobierno que haya tenido la incipiente democracia mexicana, hoy se entiende la chistosa moraleja del tabasqueño: “…A mí no me salgan con el cuento de que la ley es la ley…” (Por eso el país está como está, hecho un desastre, donde el Ejecutivo le da manga mancha al narco-poder, “porque sus actores también son ‘humanos’”).
Pero la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, seguirá pugnando para que la realidad de nuestros jueces siga siendo la imagen del tutelador de los derechos y libertades de los mexicanos, que es lo que la Suprema Ley resalta como función imprescindible en una sociedad donde se respete la Democracia.
Para rematar, el todavía presidente Andrés Manuel López Obrador —en lacujrva de extinción de su mandato—, no se fastidia de apedrear al Poder Judicial. Dijo que “es indudable que existe mucha corrupción”, por lo que propuso a quien llegue a la Presidencia en 2024, que envíe una iniciativa de reforma, para lo cual necesitará dos terceras partes o, una segunda opción, que tengan también “mayoría” en la Suprema Corte de Justicia.Así las cosas del autor, “…A mí no me salgan con el cuento de que la ley es la ley…”
El Poder Judicial jamás será sometido por mentes enfermizas, sentencian las Barras de Abogados.
“¡Es cuánto!”, puntualizó la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México.
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