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México conserva mercados de época prehispánica



A pesar que México, único país del mundo, reconocido por ser el único que inició con los tianguis y mercados populares, corren el riesgo de que las autoridades, los desaparezcan, por intereses económicos y políticos, ahora se requiere mayor apoyo para que siga siendo parte de una identidad y encuentro nacional.

Ante esta disyuntiva, los locatarios de los 329 mercados populares de la Ciudad de México, ya no saben cómo hacer comprender a los diputados del Congreso de la Ciudad de México, que deben de evitar que los centros de abastos desaparezcan por tiendas de auto servicio.

Mañana martes, al filo de las 15. OO horas, los líderes de los comerciantes de los mercados populares que encabeza Fernando García, llevarán a cabo un foro para dar a conocer todas las anomalías y engaños del Gobierno de la Ciudad de México, para desparecer los mercados y beneficiar a los propietarios de tiendas de auto servicio.

Antes de la conquista la tradición de los tianguis existía y se mezcló con las formas de comercio españolas, y sin embargo, su existencia se mantuvo como el lugar de intercambio por excelencia que persiste hasta nuestros días.

Incluso, hay mercados que sobreviven desde aquella lejana época y son, el de Cuetzalan en Puebla, el de Chilapa en Guerrero y el de Ixmiquilpan en Hidalgo por mencionar algunos.

Los mercados son un componente indispensable de las civilizaciones. En México, desde su tradición prehispánica, han sido espacios de convivencia e intercambio entre clientes y marchantes, lo que los constituye como piezas clave del crecimiento exponencial de nuestra gastronomía.

Dentro de los mercados en México y el resto del mundo se crean códigos culturales importantísimos; entramados sociales en los que los valores, la identidad y el orgullo son fundamentales para su desarrollo, de acuerdo a Jesús Petlacalco, cronista experto en el barrio de La Merced.

Esos epicentros del comercio de techos de lona y estructuras móviles no son otra cosa que la representación viva del patrimonio prehispánico.

Y no son, como muchos piensan, formas de comercio informal que existen solo porque sí: los tianguis son la herencia en la que se basaron los mercados contemporáneos.

Entre chiflidos, gritos, aromas y colores, los tianguis fueron lugares donde se conseguía básicamente cualquier cosa. Antes de la independencia incluso se conseguían esclavos y se vendían con la misma frescura que quién comercia con lechugas.

Hoy en día, en pleno siglo XXI, casi todos los mercados tienen un altar con una imagen de la Virgen o de Cristo; esa religiosidad tiene viejas raíces que rebasan la tradición católica, pues también los prehispánicos ponían altares allí para honrar a sus dioses.

Al llegar los españoles quedaron fascinados ante la visión que ofrecían los mercados nativos, que eran al aire libre, o sea el tianguis.

En el siglo XVI hubo pocos cambios en los mercados. Los comerciantes indígenas traían y llevaban mercancías dentro del extenso territorio de lo que fue el imperio azteca.

Continuaron vendiéndose productos autóctonos, a los que se adicionaron algunos provenientes de España, sobre todo manufacturas. Las semillas de cacao siguieron fungiendo como moneda, a la par que las metálicas que se empezaron a acuñar; el cacao conservó su valor monetario hasta principios del siglo XIX.

Para nuestra fortuna, aún subsisten los tradicionales mercados mexicanos. Los tianguis de provincia no difieren mucho hoy en día de los que había en la época prehispánica.

En todo México los mercados públicos y tianguis son elementos fundamentales para la reproducción del tejido, prácticas y conocimientos comunitarios ancestrales; tales como la medicina y la alimentación tradicional mesoamericana.

Donde se entremezclan e interaccionan múltiples rasgos y dimensiones de significado: el religioso, el festivo, el identitario, el social y el estético.

Entremezclándose las tradiciones culturales y de religiosidad popular, pero son tradiciones vivas que se entrelazan en la vida contemporánea de cada generación, por esta razón siguen vigentes y siguen congregando a multitudes. Quienes no permiten que tanto su lengua como sus tradiciones artesanales mueran.

Con una atracción turística en auge. Los mercados en México atraen el turismo nacional e internacional por las artesanías creadas por manos indígenas.

Esos espacios han sobrevivido hasta la actualidad, aunque los tianguis están colocados en las calles de las ciudades, y poco a poco han desaparecido para dar paso a los amplios complejos comerciales con grandes almacenes y espacios de estacionamiento.

En palabras de Alfonso Iracheta Cenecorta, investigador del colegio Mexiquense, pese a que estos espacios son herencia del México prehispánico, los gobiernos no han buscado la manera de ordenarlos y conservar dicha práctica ancestral de intercambio de productos.

Una tradición que representa cohesión e identidad. Un vínculo con el territorio y la comunidad. De parámetros incluso estéticos.

Es muy afortunado que haya persistido en México hasta el día de hoy, el problema es que de manera sorprendente los gobiernos no han entendido el significado de esto, ven al tianguis como un fenómeno de informalidad y de desorden urbano.

Iracheta Cenecorta explicó que, pese a que muchos de estos mecanismos de comercialización persisten, éstos se encuentran en constante conflicto, ante la amenaza de su desaparición.

“Los tianguis han terminado en las ciudades ocupando plazas junto a los mercados o calles, plazas públicas o parques o cualquier lugar que se les permite, pero siempre desde una perspectiva de lucha por el espacio”.

Ni que decir ahora con la pandemia, vino a agudizar aún más los problemas que viven diariamente los locatarios de los 329 mercados. En donde en general ni alcaldes de CDMX, ni el Congreso de la Ciudad de México, hacen algo por contribuir con mejoras ni nada hacen, para evitar que los mercados de la metrópoli sean desplazados, por centros comerciales, pues imperan intereses económicos y políticos.

Está comprobado que el presupuesto destinado a estos centros de abasto, los alcaldes, lo desviaron para otros programas electoreros, sin tomar en cuenta a los comerciantes de estos sectores.

Este sector es trascendental e histórico en la vida cotidiana del país. De no atenderse esta fuente de empleo de más de 76 mil familias, de 329 centros de abasto popular con precisión y alcances reales, tiende a desaparecer y con ello generaciones completas. Y que además representa una fuente de empleo para las familias.

“Los comerciantes de estos centros de abasto han participado en las grandes transformaciones que necesita el país, sin perder la historia; por lo que hacemos un llamado a las diferentes fuerzas políticas del Congreso y al Gobierno de la Ciudad, para que realmente legislen y Gobiernen para el bien de todos los comerciantes de los mercados populares”.

Tipo de frases de comerciantes que ofrecen sus productos:

- “Chingue su madre… barato voy a dar”, con este tipo de frases unos comerciantes ofrecen fruta y verdura en el tianguis indígena dominical de Temoaya, para poder atraer a los clientes que se esfumaron debido a la crisis sanitaria por Covid-19.

- “Por tu maldito amor: 2 kilos de tomate x 15.00 pesos”.

- “Me dicen el encantador de feas; $15 pesos el chile”.

- “No gano, pero como me divierto”, son otras de las frases que se leen en los letreros de cartulina.

En el lugar también se puede apreciar a las mujeres otomíes que venden capulines, quelites o pinole, sobre plásticos y telas tendidas en el suelo.

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