México, convertido en una gran fosa, teñido de sangre el sexenio

.BLAS A. BUENDÍA. …………………………………

Calificado por sus detractores como “un auténtico pobre tonto” en el último tramo de la fracasada administración del dizque “presidente” Andrés López Obrador, el territorio nacional en su totalidad se pinta de sangre, los carteles de la delincuencia organizada se expanden con toda impunidad en el territorio mexicano, sin que alguna autoridad pueda frenarlos, en virtud de la ineficacia de las autoridades encargadas de la seguridad de todos los mexicanos.

La responsable de la Seguridad Nacional, Rosa Isela Rodríguez Velázquez exhibe su mediocridad tradicional, la misma que demostró en su etapa de reportera cuando andaba toda mugrosa trabajando para el Granma La Jornada, hoy conocido como un rotativo comunista que está bajo las órdenes incondicionales del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuya supuesta “dueña” Carmen Lira, es comadre del zafio tabasqueño, recibiendo multimillonarios chayos que le hacen llegar vía electrónica.

Otro que también le quedó grande el encargo, es el actual gobernador del estado de Sonora, Alfonso Durazo Montaño, quien siempre demostró su incapacidad y proclividad a la traición; fue secretario particular de los ex presidentes Vicente Fox Quesada del PAN, y de

Ernesto Peña Nieto del PRI, a cuyo instituto político traicionó y renunció para acomodarse en las filas de los resentidos, “Movimiento de Regeneración Nacional”, grupúsculo integrado por delincuentes sanguinarios, fundado por el mismísimo AMLO.

La intervención de las Fuerzas Armadas en lucha contra la delincuencia solo fue el arca abierta para cometer todo género de felonías en contra de la población civil.

Los uniformados de verde olivo colocan retenes con los pretextos de evitar la portación de armas de fuego “sembrarlas” en vehículos ocupados por familias o para detectar autobuses con migrantes para extorsionarlos.

Ni el general Luis Cresencio Sandoval González, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional; ni el Almirante José Rafael Ojeda Durán; ni David Córdoba Campos, “comándate” de la Guardia Nacional, han logrado frenar la ola de terror transmutadas en masacres, acciones negativas que para zafio tabasqueño “esas que no existen”, pero desgraciadamente está muy habituado desde cuando se convirtió en el fratricida de su hermano Ramón, a quien mato de un balazo en la cabeza.

Desde el púlpito mañanero, AMLO ha repetido en diversas ocasiones que “las masacres no existen”, no obstante que se le ha demostrado que el año pasado ocurrieron más de 400 asesinatos múltiples. La idea del Peje es hacerse como el Tío Lolo…, y un poco más…

El cinismo del “presidente de todos los mexicanos”, ha llegado al extremo de culpar a las administraciones pasadas o decir que estos hechos sangrientos son para “desprestigiar “su investidura presidencial.

Las cifras del secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el 2023 ocurrieron 230 masacres, es decir más de un asesinato múltiple por día.

La más reciente ocurrió en un palenque del estado de Guerrero, con cinco asesinados y por lo menos 20 heridos, bajo el gobierno de Evelyn Salgado Pineda, conocida como la “torita”, aunque todos saben que el verdadero mandatario estatal es Félix Salgado Macedonio, con antecedentes de violador y una larga lista de antecedentes penales que reinan en la impunidad.

En este fracasado gobierno del Morena, se han registrado por lo menos 170 mil asesinatos sin resolver, debido a la indiferencia de todas las autoridades y la estulticia del mandatario federal.

Ha trascendido que en el estado de Tabasco, la tierra de López Obrador, se registró una escalada de violencia con asaltos múltiples a negocios, con vehículos incendiados, y muchos otros actos que tienen que ver con la inseguridad nacional.

Y lo increíble, el titular de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena tuvo que “renunciar”, no sin antes ser denunciado por sus nexos con el Cartel de Jalisco Nueva Generación.  Así nada más, sin ninguna sanción.

En este sangriento Peje sexenio, también ha trascendido que se otorgaron diversos permisos para el trasiego (de 2019 a 2023) de por lo menos 5 toneladas de cocaína y de cinco millones de dólares de procedencia ilícita, de acuerdo a informes otorgados por la DEA.

Ante esta denuncia, tanto la “platanera” Presidencia de México y la inservible Fiscalía General de la República, no han informado para desmentir la información. “El que calla, otorga”, dice el refrán.

Además, la supuesta sucesora presidencial, Claudia Sheinbaum nunca ha mencionado su estrategia para combatir la ola de masacres, de asaltos a mano armada, de robos a casas habitación, es decir, se ha hecho guaje porque no le conviene que le recuerden los delitos del fuero común y federal a los que ha incurrido. Su discurso de campaña es anodino, porque solo le ha dado por presumir ser una férrea defensora de la ecología, soslayando temas de importancia nacional.

Sus discursos de proselitismo son eco de las “mañaneras”, casi las mismas palabras, la misma tónica y sarta de mentiras, otro espejo de las mismas promesas diarias de vender “serpientes” López Obrador.

Este 2024 inició más violento que el anterior, con asesinatos a aspirantes a cargos de elección popular; Sergio Hueso, candidato de Movimiento Ciudadano a la presidencia municipal de Armería, Colima; David González, de Fuerza y Corazón, a la alcaldía de Suchiate, Chiapas y de la misma coalición de Alfredo Lezama que pretendía llegar al palacio municipal de Cuautla, Morelos. En Cuma, México esta convertido en una gran fosa común.

No obstante de ello, durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, se han registrado más de 120 mil homicidios dolosos en México, según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno Federal, aunque el gobierno federal ha señalado que en los últimos meses “se ha tenido una tendencia a la baja”, los indicadores de ahora son los más altos de los últimos gobiernos en México.

En comparación con otros países, la tasa de homicidios en México es significativamente más alta, con 29 homicidios por cada 100 mil mexicanos, según estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas, en materia de Seguridad regional.

Es de puntualizar que la sangre que se derrama todos los días en el país, se traduce en que “México está en llamas” por la creciente espiral de violencia y homicidios que sofoca todo su territorio. No hay rincón seguro: ni la escuela ni los parques ni los hogares.

El nulo Estado de Derecho y la impunidad han quitado todo límite a la delincuencia, que opera con completa libertad, gozando de la catastrófica frase del Ejecutivo federal: “A mí no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.