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Oculta el narco Estado partidista de MORENA, remedo de mañas priistas.



Si bien el oscurantismo es la práctica deliberada de evitar que determinados hechos y conocimientos sean difundidos a la población, y que histórica e intelectualmente tiene dos sentidos comunes: la restricción u oposición a la difusión del conocimiento al público y, lo que se conoce como oscuridad deliberada, un estilo abstruso —como a veces se da en la literatura y el arte— caracterizado por una deliberada vaguedad.

Como versaría la inolvidable canción de Juan Gabriel, “te pareces tanto a mí…”, es el propio facsímil entre los secretos de narco Estado partidista, de lo que es hoy la corriente de MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) y su “Dios Padre”, el Partido Revolucionario Institucional, y todos los enanos que tiene éste a su alrededor.

Las escisiones del partido tricolor de Insurgentes que se han registrado a través de toda la historia del quehacer político nacional, incluso ha sido el recinto donde se preparaban cuadros de futuros gobernantes que lamentablemente, al cumplir 90 años, se halla en medio de una crisis de representación y debilidad política. Por decirlo menos, se borraron de un plumazo, nueve décadas que siempre los rigió la venganza, la traición y el crimen de Estado.

Connotadas figuras que hoy son gobierno —emanados del Institucional—, y que presumen ser de una izquierda del ensueño romántico que navega en lo pueril, para el abogado penalista Alberto Woolrich Ortiz, presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C., dijo que “los mexicanos nos convencemos cada vez más de que entre la corrupción de la etapa del neoliberalismo y la Cuarta Transformación de la Nación, existen parentescos históricos mucho más estrechos de lo que pueda indicar la identidad de la palabra”.

Y acuñó: “Aquellos medios de opinión que se atrevieran a realizar una investigación comparativa de ambas épocas políticas, comprobarían bien pronto que históricamente existe un indubitable paralelismo, casi me atrevería a expresar que como consecuencia de ello, el pueblo se encuentra consumido por un conformismo”.

“Esa corrupción —añadió— que tanto ha dañado a nuestra Nación, no ha variado en nuestras salas de justicia. Pero con el correr de los sexenios no han quedado más que las promesas de diversos gobernantes de combatirla, palabras en las que ya nadie cree”.

Precisó: “Cuando vemos y nos encontramos a un México deteriorado por ello, se nos ocurre pensar en la indiferencia con que tantos mexicanos siguen concurriendo a nuestros recintos de justicia, que por fuerza de costumbre pretenden obtener una fe en ella, que por desgracia ya nadie siente. Lo que antes era apreciado por generaciones, esas acciones de admiración y respeto, han ido desapareciendo con el transcurso de los tiempos, mística que ya se desvaneció”.

“Culpables o no —prosiguió— los mexicanos, el gobierno y el ex priista hoy Presidente Constitucional Andrés Manuel López Obrador, nos deslizamos por un peligroso tobogán de encubrimiento de cuestiones que México requiere conocer, simplemente para continuar viviendo con normalidad, sin sospechar fundadamente que tenemos y tuvimos en puestos claves de la justicia a verdaderos delincuentes, cómplices de forajidos o simples omisos dispuestos a que la narco-política y corrupción siga permeando sobre el suelo y vuelo de nuestra tierra”.

En esta época en que México vive bajo una convulsión social impulsada irresponsablemente por el inquilino de Palacio Nacional, el penalista Woolrich, no duda en señalar con dedo flamígero: “No resulta honesto, cuando se habla de los problemas de la narco-política, refugiarse tras las cómodas posturas asumidas por desleales Togas de procuración de justicia, las cuales estiman encontrarse muy por encima de toda crítica y de toda sospecha de complicidad, como si el Fiscal y los Procuradores Generales de la República portaran Togas especiales”.

Aseveró: “Quien se conforma con esas estúpidas palabras que refieren que la narco-política no se indaga por tratarse de un tema de razón de Estado y Seguridad Nacional, ofende la seriedad de la justicia, a la cual se le debe y tiene que honrar, no convirtiéndose en cómplice del narco sistema, sino ayudando a México para que la justicia se mantenga a la altura de su sitial, a la altura que merece, en un pedestal que sea permanentemente honrado”.

Porque… “tan elevada debe de ser la estimación de la justicia en México y tan indispensable la confianza en ella, la corrupción de ese Fiscal en comparsa con Procuradores que se notan y no justifican, deben ser sancionados, no sólo con el desprecio de los mexicanos, sino con la cárcel para los cómplices de la narco-política”.

Estableció también que los funcionarios del ámbito de procuración e impartición de justicia, deben ser como aquellos que pertenecen a órdenes religiosas. “Cada Toga que porten tiene que ser un ejemplo de virtud, si no se quiere que México pierda su fe en ella y en la Cuarta Transformación de la Nación. ¡Es cuanto…!”, finalizó el prestigiado penalista Alberto Woolrich Ortiz, presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C.

Como colofón, el narco Estado es algo más que esa relación coyuntural o histórica entre crimen y Estado.

Investigadores penalistas plantean que un narco-estado es un modo específico de organización de la violencia y los intereses dominantes en la caterva del crimen, donde el Ejecutivo mexicano no tiene empacho de esconder su complicidad, a pesar de que aquéllos cuentan con un armamento de alta gama y que según teológicamente, “los demonios son los soldados de Satanás, que con frecuencia operan en grupos parecidos a escuadrones que selecciona a sus víctimas”.

El presidente sonrisas, en su acción paranoia sicótica, resultaría practicarle urgentemente un exorcismo, porque siempre ha preferido mentir que afrontar la verdad, lo que le ha generado que sus antagonistas lo ataquen acremente hasta calificarlo como “un estúpido excremento de rata” y “un impuro, creador del mal y la agonía”.

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