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PESQUISA POLITICA


IZTAPALAPA: “el derecho de piso” y los trastornos sociales. Para psicólogos y psiquiatras es normal que todas las personas manifiesten un estado de inquietud en su cotidianidad, cuando tienen que participar en una o varias actividades y la razón, parece ser el formalismo que como requisito social las personas tienen que cumplir para poder desarrollar con respeto y orden sus actividades ante las instituciones gubernamentales, comerciales, la escuela, entre otras tantas instituciones o personalidades, con las que tiene que tratar diariamente.

Sin embargo, la realización de estas tares, las que a simple vista son sencillas de realizar por lo rutinario, generan trastornos de ansiedad social, como el estrés, angustia, inseguridad y hasta llega al miedo de sí mismo, por la pérdida de confianza que se transforma en depresión, de allí que aparezcan las fobias sociales de diferentes Índoles.

Pero estos trastornos sociales aceleran su presencia cuando las personas están sujetas a imposiciones de fuerza en contra de su voluntad, es decir, cuando no pueden satisfacer sus necesidades fundamentales, esas que nos son vitales, como la de comer, vestirse, trabajar, recrearnos o, tener una vivienda que nos brinde seguridad ante la intemperie, Etc.

Pues en la Unidad Habitacional (U.H.) “La Palma”, que se ubica en la avenida Tláhuac, número 4433, Colonia Lomas Estrella, Alcaldía Iztapalapa. Actúa una banda familiar, que dirige el Sr. Antonio Flores Martínez, junto con sus hijos y otros asociados que a gusto cometen delitos en “gavilla”.

Estos “gavilleros” de la U.H. “La Palmas”, a los que hoy podemos calificar como, “El Cartel de La Palma”, por su sistemática actividad de extorsión a lo largo de diez años o más, en el “cobrar de derecho de piso”, cobro indebido que le realizan a los habitantes de esta U.H., para que puedan ocupar una vivienda, y esto, sin que el Sr. Antonio Flores Martínez demuestre su personalidad jurídica, como propietario de dicha U.H.

Este sistemático atropello a la dignidad humana que realiza “El Cartel de La Palma”, se manifiesta en un control discrecional y discriminatorio de la puerta principal, que es la entrada y salida vehicular y personal de la U.H., y este control se realiza en beneficio de “El Cartel”, pues se controlan los servicios básicos y a sus proveedores; se admiten con prejuicio algunas visitas de los habitantes; las actividades sociales permitidas son las que realiza “El Cartel”, o sea, no se puede hablar de movilidad social.

Medidas que, según la gavilla, son tomada como reglas de seguridad para evitar la fuga de información. Y la violación de estas reglas impuestas, trae consigo la expulsión de una familia de la U.H., es decir “El Cartel” es juez y parte para aplicar sus sanciones que asegura su actividad ilícita.

Y como ya se había señalado en un artículo anterior. “En la U.H. La Palma” existen manifestaciones de comportamiento que se asemejan al “Síndrome de Estocolmo”, ya que algunos de sus habitantes, aun estando consciente del atropello que cotidianamente padecen, son incapaces de protestar, de denunciar los vejámenes que padecen y no solo eso, sino que acompañan a sus maltratadores en las actividades sociopolíticas que estos les imponen; además, es notorio la manifestación de otras parafilias al interior de la U.H., como la hibristofilia, ya que algunas mujeres maduras o jóvenes, manifiestan su “preferencia” por los “gavilleros”, los cuales exhiben con ellas un trato muy parecido a un guion de las películas mafiosas de Hollywood.

De no haber una pronta intervención de las autoridades competentes, como el Instituto de Vivienda de la Ciudad de México (INV-CDMX), la Procuraduría Social (PROSOC), el Gobierno de la Ciudad de México, la Alcaldía de Iztapalapa, la Cámara de Diputados de la CDMX, entre otras autoridades, la disociación social de la U.H. La Palma, hará de esta U.H. un nicho de enfermos o delincuentes sociales, donde el eje fundamental para dicha disociación, se fundamenta en la inseguridad jurídica que tienen los habitantes sobre la vivienda, derecho secuestrado por el Sr. Antonio Flores Martínez y su “Gavilla”, “El Carter de La Palma”.

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