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RESEÑAS Y TESTIMONIOS



. SANDRA IBARRA DE LA HOZ. ……..................

ICTIMARIO LABORAL. Sería una vieja y añeja pretensión tomar como semejanza la referencia de Valparaíso para comentar lo que sucede en la Ciudad de México. Son temas apartados, pero con una enorme coincidencia.

Al puro estilo de las acciones que Augusto Pinochet emprendió para reprimir las causas populares y pisotear los derechos laborales, es inevitable tenerlos en cuenta para analizar lo que hoy nos ocupa en este espacio.

Los quehaceres de Sergio Antonio López Montecinos, Director General Administrativo y de Personal del Gobierno que encabeza la doctora Claudia Sheinbaum, no sólo parten de su origen chileno.

Pinochet y López Montecinos, además de nacionalidad, comparten actos que los ligan ideológica y sentimentalmente: El deseo de pisotear y humillar a la clase trabajadora. Y, ambos, con resultados que desde su óptica se cumplen cabalmente.

El chileno, el burócrata y no el militar con grado de general, puede festejar el sometimiento en que ha mantenido a los trabajadores que prestan servicios a la población que habita, reside o visita la capital de la República Mexicana.

Las Condiciones Generales de Trabajo del personal sindicalizado del Gobierno de la Ciudad de México, son un verdadero ejemplo de lo que es una vergüenza y una degradación.

Sobra decir que él está orgulloso y satisfacción de ser la mano ejecutora de políticas que tienen como bandera el menosprecio y la ofensa para más de 100 mil trabajadores.

Empleados que están relacionados con sectores que son vitales y fundamentales para la sociedad: Salud, recolección de basura, alumbrado público, dotación de agua potable, temas funerarios, suministro de alimentos, servicios públicos de ventanillas, parques, jardines, movilidad, vivienda, transporte, economía, finanzas, espectáculos, diversión, educación y toda actividad que es primaria para el bienestar de una sociedad y que al chileno le importan poco.

Más satisfecho debe sentirse de tener el poder (¿torpeza?) de ignorar y pisotear la Reforma Laboral que por decisión presidencial está consignada en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

A su favor debe quedar asentado que en su condición de extranjero, no se sabe si con documentos de turista o sin los recursos legales, ignora o desconoce los principios laborales de los trabajadores que deben soportar sus afrentas y sus desprecios.

La burla y la vileza que usa como argumentos para menospreciar un Contrato Colectivo de Trabajo, que por cierto no es tomado en cuenta hace una década y es el pretexto para alimentar su vanidad y su prepotencia, es conocida por todos los representantes sindicales que involuntariamente o en hechos de complicidad lo permiten.

Sergio Antonio López Montecinos sabe que en el mundo burocrático del Gobierno de la Ciudad de México hay atropellos, muchos generados y solapados por él, que podrían haber sido erradicaos.

Sin embargo su protagonismo inspirado en los ideales del general Augusto Pinochet, lo llevan a sentirse propietario del servilismo que se necesita para seguir figurando en la nómina que garantiza una vida contraria a los ideales socialistas que tanto pregona.

El discurso de caricatura que usa, bien podría ser la base de un vodevil en una comedia de carpa pero no para resolver y atender las apremiantes necesidades de los trabajadores de una de las ciudades más importantes y grandes del mundo.

Habría que preguntarle a los casi 70 mil trabajadores que ilusamente esperan pensiones y préstamos, si otorgan su aval positivo para el desempeño de este refugiado que se ha convertido en enemigo de los trabajadores sindicalizados del Gobierno de Ciudad de México.

Como también, ya encarrerados y sin tomar vuelo, surge la incógnita de tener conocimiento si entre los millones de mexicanos no hay uno con mayor capacidad, voluntad y compromiso que pueda resolver la problemática de un gobierno que aspira a dar el salto a la Presidencia de la República y en el que los trabajadores son parte fundamental para ir a las urnas.

Que conste es sólo una reflexión que los sindicalizados del Gobierno de la Ciudad de México deben tener presente.

Pinochet y López Montecinos o Juárez y la Justicia Social, ese es el dilema que no puede quedar en el aire.

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