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Sin matices, ni estructura. Nos enfrentamos a una presidencia pueril, carente de matices.



En lugar de gobernar para beneficio de toda la nación, Andrés Manuel López Obrador ha dedicado su tiempo completo no solo para denigrar a sus adversarios políticos quienes no creen ni un céntimo del programa de gobierno que se interioriza en una Cuarta Trasformación “tenebrosa”, sino “su presidencia pueril, carente de matices porque no tiene sentido de la estructura de prosperidad nacional, sin consolidar el carácter de equipo, y menos que contenga unidades filosóficas aristotélicas.

Representa un cansancio para el pueblo mexicano, al que engaño bajo la férula de su antiguo partido político, el PRI, organización que sigue estando en manos de entes que se desenvuelven como cómplices en el actuar del jefe del Ejecutivo federal.

Sin matices, ni estructura, es paradójicamente el basamento de una administración que desgobierna, creando cotos de poder por parte de los barones del narcotráfico, sumándose la inquebrantable connivencia entre la bien calificada delincuencia de cuello blanco emanada de las instituciones, mismas que han pulverizado todo sentido de perfeccionamiento nacional.

La Ciudad de México ha sido absorbida por la narco delincuencia cuya base central se ubica en el histórico Palacio Nacional, desde donde el presidente López —agazapado en un bunker infranqueable—, obedece las directrices del Foro de Sao Paulo, el cual impulsa oscuros planes en los que se han confabulado diversos factores de la izquierda hispanoamericana con el comunismo más radical y tiránico, y un grupúsculo con tendencias resentidas en contra del imperialismo yanqui. El presidente Andrés hace y deshace con enfermizo placer, conduciendo impunemente a México a la zozobra.

La Vox Populi advierte además que a López Obrador se le está desmoronando la nación en sus propias manos, sin que ninguna fuerza de contra peso pudiera intervenir para frenar ese fenómeno de la Oclocracia, esa muchedumbre que se adueñó del poder para saquear todavía más, las riquezas nacionales —a la muy usanza del neoliberalismo sanguinario—, como el petróleo, el oro, la plata, y otros minerales de costoso valor.

El patético anuncio del presidente “abrazos, no balazos”, se ha desencadenado como un poder de facto, que paralelamente al constitucional, éste incurre en la omisión para ordenar a las tan cuestionadas Fiscalía General de la República y las Fuerzas Armadas, que asuman sus tareas históricas a través de sus esfuerzos para abatir el narcotráfico que ha determinado su fuerza criminal descomunalmente en más del 40% del territorio nacional.

Las redes sociales, por fortuna, han sido muy útiles para la sociedad mexicana ante los ojos del mundo, toda vez que alertan que México dejó de ser un país seguro porque ante la incertidumbre, la beligerancia de sus gobernantes han establecido criterios que desprotegen la seguridad nacional y su estado de Derecho hecho trizas. Tanto no lo hay, que miles de inversionistas le han dado la espalda a México, porque consideran que es una nación que ya no garantiza absolutamente nada. ¡Vaya, ni el respeto que caracteriza a la diplomacia!

Palpable es también que ese peliculesco afán de hallar el fuego encontrado en la supuesta guerra contra el narcotráfico y llamarlo irónicamente de “abrazos, no balazos”, hunden en el desasosiego a estados gobernados por Morena. Es como un cáncer que crece y carcome, que pese a ello, ese era el cambio que querían muchos sectores, hoy históricamente arrepentidos por garrafal equivocación.

Lo terrorífico del cinismo del Ejecutivo todavía es más impresionante porque en sus peroratas públicas, desde las fastidiosas y demagógicas mañaneras, impulsa mecanismos de inseguridad, es decir, ya no ve la paja que tiene en sus ojos, sino se niega a ver la viga que tiene en su óptica malandrina, porque México está hecho pedazos.

La calificación del fenómeno de procacidad por parte de Andrés Manuel López Obrador, no tiene calificativo al decirse rimbombantemente “soy pacifista”, en momentos en que el narco crimen organizado está acabando con el futuro de México, porque los asesinatos a mansalva, ya es un panorama cotidiano.

En las periferias de cada ciudad, se escucha el matraqueo de las metralletas, sin que la policía local o federal, pudieran contrarrestar a esos criminales que exhiben —cuan Premier— dantescos videos de sus incalificables asesinatos, degollamiento de sus víctimas, cercenamiento de los cuerpos que son finalmente desaparecidos en fosas comunes, o desintegrados en tambos con ácidos.

Bajo la “tesis” de “abrazos, no balazos”, las torturas de los carteles de la droga en México se están haciendo cada vez más sanguinarias, crueles e insensibles, claros ejemplos han sido demostrados en videos publicados a través de las redes sociales, los cuales por sus desgarradoras e impactantes escenas, han sido retiradas de la línea cibernética.

Prácticamente, el país vive uno de sus peores momentos en el ámbito del narcotráfico, sin que las autoridades —en muchos casos salpicadas por la corrupción y el miedo—, hagan nada por poner remedio a tan ultraje concepción criminal.

La prensa nacional advierte que en las 32 entidades federativas de los Estados Unidos Mexicanos, el Cártel del Pacífico, La Familia Michoacana, el Cártel de los Hermanos Beltrán Leyva, Los Caballeros Templarios y ahora con más fuerza remasterizada el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), hacen de las suyas con total impunidad. Secuestran a sus rivales, los torturan y les ejecutan grabando sus acciones a modo de advertencia.

En lugar de ordenar la captura de los integrantes de éste último grupo criminal, “al presidente Andrés le sigue temblando la mano para aplicar la ley”. Sigue mostrando su rosto oscuro ya que de forma perversa, sugirió que el Cártel Jalisco Nueva Generación se cambie de nombre (sic), debido a que “afectan a Jalisco”, ante los hechos de violencia generados por la estructura delictiva, en la comunidad de San José de Gracia, ubicada en Michoacán, pero colindante con Jalisco.

Entre las múltiples razones, los mexicanos bien nacidos se enfrentan a un gobierno incompetente, que no puede decidir su propio destino, y México es parte de él. “¡Maldito sea el momento en que vino a gobernar un loco!”, se escucha el reclamo popular y entre la comunidad intelectual.

Literalmente, al presidente López se le está pulverizando toda la nación, y urge que el Congreso de la Unión y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dejen sus intereses particulares y restauren la República para evitar que México siga cayendo en llamas, transmutarse como un país fallido, en primera línea de muerte e impunidad.

¡México estaba mucho mejor, sin López Obrador!

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