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Tolerancia de un FRATRICIDA para un ejército de ASESINOS



. BLAS A. BUENDÍA. ……………………………………………

Las terroristas acciones emprendidas por el ejército mexicano en Nuevo Laredo, donde la sociedad mantiene una constante protesta humanitaria demandando a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), así como a la Organización de Estados Americanos (OEA), intervengan de forma inmediata para frenar la violencia que se ha desatado en todo México”.

“¡Nos están matando!”, es la impetración hacia la política de seguridad del gobierno fallido de Andrés Manuel López Obrador que diariamente se escuchan las escandalosas balaceras en todos los sitios del territorio mexicano, y no hay razón para hacerle entender que su famosa frase “abrazos, no balazos”, agitó el avispero con “balazos sin abrazos”.

Es demasiada la ola de terror del Estado que asemeja una de las más peores masacres que se han registrado en el norte de México, superando la triste historia del Movimiento Estudiantil de 1968, cuando de forma irresponsable el entonces presidente mexicano, Gustavo Díaz Ordaz, ordenó la intervención del cuerpo militar de los olivos que es igual a la Guardia Nacional, para disuadir una avanzada social y democrática, que solo demandaba la reactivación de la paz que hasta hoy en nuestros días, no ha sido imperante ni para la Cuarta Transformación, sino muestra el rostro del total fracaso.

Muertos por aquí, y muertos por allá. México sigue cayendo en el abismo de la ingobernabilidad donde la ley del orden está superada por el crimen organizado, es decir, el narcotráfico que ha sido cobijado por su “gran padrino” llamado AMLO, quien más que gobernar, ha transgredido la ley, dejando en la orfandad a todo un pueblo que votó por él, y que ahora ha traicionado por el horizonte donde se le observe.

“A mí no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”, ha reiterado jocosamente el mandatario mexicano, cuya patética advertencia solo es manifestada por los dictadores, de esos que para el efecto, no existe ni la Constitución, ni la justicia, ni la dignidad, ni la congruencia, ni la decencia, ni la diplomacia, y lo fatídico, se niega a expresarle el amor que podría tenerle a México.

Cada día que amanece, todo México contempla que López Obrador, “no es mexicano”, sino que nació en El Salvador el 13 de noviembre de 1953; otros, indican que fue tres años anteriores, y consignan como un juego de malabares, “poseer copia del original de su carta de nacimiento como ciudadano salvadoreño”. “Hasta ver, no creer”, según la expresión popular.

La imperfección y lacra de su gobierno, a AMLO lo ha conllevado a construir una enorme torre de mentiras, sus peroratas matutinas al muy estilo de su homólogo venezolano Nicolás Maduro, ya no convencen absolutamente a nadie, porque a pesar de que ha mostrado su músculo del terror, AMLO —producto del oclocratismo emanado de la kakistocracia—, nunca fue garantía para el desarrollo y salvaguardar la paz de toda la nación.

Entre la vox populi, si bien se acusa que su forma de gobernar es el vivo momento de la “tolerancia de un FRATRICIDA, para un ejército ASESINO”, Nuevo Laredo y todo México, destilan sangre de millones de mexicanos inocentes que han sido asesinados en los fuegos cruzados.

“Esto no es un país, es una fosa común con Himno Nacional”, es otra de las consignas populares toda vez que el territorio mexicano se ha convertido en un súper cementerio donde los emisarioS del mal, aleatoriamente han hecho el mejor de todos los negocios en tétrico “beneficio” de la industrial mortuoria, es decir, la saturación de servicios en las compañías funerarias.

La guerra de Estado que debió emprender el gobierno fallido de López en contra del narcotráfico, nunca tendrá éxito, porque a nivel internacional se le tacha como un narco presidente.

La prensa internacional, por su parte, ha sido muy cuidadosa en su desempeño porque se ha dado a la tarea de hacerle la actuación de la innoble prensa mexicana.

Revela sobre las atrocidades que vienen cometiendo elementos de la Guardia Nacional, dejando atrás los medios de comunicación mexicanos los cuales están amordazados por un gobierno corrupto.

Felipe Calderón sí enfrentó al narco; AMLO, lo protege. Es de extraordinaria consideración el artículo que publicara The Wall Street Journal, el jueves 2 de marzo, donde refiere con todas sus letras y precisiones, que “AMLO es un facilitador del narcotráfico”, a diferencia que Felipe Calderón, que sí lo enfrentó, pero que en esos entonces, EU tenía otros intereses.

Pero ahora los USA regresan al ataque porque ha identificado al narcotráfico mexicano un problema de Seguridad Nacional, considerándolo “un grupo terrorista” en el traspatio de la Unión Americana.

El alarido popular en México, sectores conservadores y ortodoxos, están de acuerdo la intervención de las fuerzas armadas

estadounidenses, al demandar a Estados Unidos derrotar a los cárteles de la droga enquistados en México, toda vez que “los narcoterroristas se parecen más a ISIS que a la mafia estadounidense”.

El autor del artículo es William P. Barr, un distinguido miembro del Instituto Hudson y autor de las memorias "One Damn Thing After Another". Se desempeñó como Fiscal General de los Estados Unidos, en los periodos 1991-1993 y 2019-2020, éste último cuando el presidente republicano era Donald Trump.

“Estados Unidos ya no puede tolerar a los cárteles narcoterroristas. Operando desde paraísos en México, su producción de drogas mortales a escala industrial está inundando nuestro país con este veneno.

Ya pasó el momento de lidiar con esta indignación con decisión. Los representantes Dan Crenshaw (R., Texas) y Michael Waltz (R., Florida) han propuesto una resolución conjunta que otorga al presidente autoridad para usar al ejército estadounidense contra estos cárteles en México. Este es un paso necesario y pone el foco donde debe estar.

“Las muertes por sobredosis cada año, más de 100,000, superan el número de estadounidenses muertos en acción durante el año más sangriento de la Segunda Guerra Mundial.

Pero la devastación por el abuso de drogas es mucho más profunda. Un análisis de 2017, que contabiliza los costos de la atención médica, la justicia penal, la pérdida de productividad y los servicios sociales y familiares, estimó que el costo total de la epidemia de drogas de Estados Unidos fue de más de $ 1 billón anual, o el 5% del producto interno bruto. Dada la explosión de muertes por drogas ilícitas desde entonces, esta estimación ahora parece conservadora.

“Casi todas las drogas ilícitas que ingresan a los Estados Unidos están controladas por los cárteles mexicanos, principalmente los que tienen su sede en los estados de Sinaloa y Jalisco.

Estas organizaciones paramilitares utilizan tácticas de soborno y terror para atrincherarse como esencialmente estados dentro del estado, controlando grandes áreas de México.

Se han vuelto tan poderosos que pueden confrontar al gobierno mexicano con la dura elección de los narcoterroristas: "plata o plomo". Si no pueden comprar a los funcionarios, tratan de intimidarlos con amenazas de violencia.

“Una estrategia antidrogas que deje intacta la cadena de suministro de medicamentos tendrá un impacto mínimo. El progreso real requiere atacar agresivamente el suministro de drogas en su origen.

La cabeza de la serpiente está en México, y ahí es donde debe dirigirse el impulso principal de nuestros esfuerzos. La experiencia a principios de la década de 1990 demostró esto, cuando los gobiernos de Estados Unidos y Colombia se unieron en un ataque total contra los carteles de Medellín y Cali dentro de Colombia, eliminándolos con éxito. Desafortunadamente, a mediados de la década de 1990, nos retiramos de este tipo de compromiso extraterritorial.

“Los cárteles mexicanos han florecido porque las administraciones mexicanas no han estado dispuestas a enfrentarlos. La excepción fue el presidente Felipe Calderón (2006-2012) que quería ir a tope contra los cárteles, pero las prioridades estadounidenses estaban en otra parte en ese momento.

Hoy, el principal facilitador de los cárteles es el presidente Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO. Cuando llegó al poder a fines de 2018, anunció el cambio a una política de ‘abrazos, no balas’ y cerró la cooperación antinarcóticos con los Estados Unidos.

Bajo la fuerte presión del presidente Trump, ocasionalmente participó en una operación de alto perfil para crear la ilusión de cooperación, pero estas fueron cortinas de humo. En realidad, AMLO no está dispuesto a tomar medidas que desafíen seriamente a los cárteles. Los protege invocando constantemente la soberanía de México para impedir que Estados Unidos tome medidas efectivas.

“Esta postura debería enojar a los estadounidenses. Según el derecho internacional, un gobierno tiene el deber de garantizar que los grupos sin ley no utilicen su territorio para llevar a cabo depredaciones contra sus vecinos.

Si un gobierno no quiere o no puede hacerlo, entonces el país perjudicado tiene derecho a tomar medidas directas para eliminar la amenaza, con o sin la aprobación del país anfitrión.

“Incluso si AMLO estuviera dispuesto a actuar contra los cárteles, México no puede hacer el trabajo por sí mismo. Su sistema de justicia penal es disfuncional: el 95% de todos los delitos violentos quedan impunes.

La corrupción generalizada en todos los niveles del gobierno de México hace que sea casi imposible montar operaciones policiales o militares efectivas sin que los cárteles sean informados de antemano. Los grandes cárteles se han convertido en potentes fuerzas paramilitares, con unidades móviles fuertemente armadas capaces de mantenerse firmes contra el ejército mexicano.

“En octubre de 2019, cuando las tropas mexicanas entraron a Sinaloa y arrestaron al hijo de El Chapo (Ovidio), fueron rodeados por 700 combatientes paramilitares del cártel con vehículos blindados, lanzacohetes y ametralladoras pesadas, y el ejército se vio obligado a liberar a su prisionero.

En enero pasado, repitió la operación con 4.000 soldados, apoyados por aviones. Como se quejó un ex funcionario de seguridad mexicano, los militares simplemente se retiraron después de capturar al hijo de El Chapo, dejando al ejército del cártel intacto y libre para arrasar el estado.

“¿Qué se necesita para derrotar a los cárteles mexicanos? Primero, un esfuerzo estadounidense mucho más agresivo dentro de México que nunca, que incluye una importante presencia policial y de inteligencia de los Estados Unidos, así como capacidades militares selectas.

De manera óptima, el gobierno mexicano apoyará y participará en este esfuerzo, y es probable que lo haga una vez que entiendan que Estados Unidos está comprometido a hacer lo que sea necesario para paralizar a los cárteles, ya sea que el gobierno mexicano participe o no.

“En segundo lugar, el peligro que los cárteles representan para los Estados Unidos requiere que los enfrentemos principalmente como amenazas a la seguridad nacional, no como un asunto de aplicación de la ley.

Estos grupos narcoterroristas se parecen más a ISIS que a la mafia estadounidense. El enjuiciamiento caso por caso de individuos puede ser parte de un esfuerzo general, pero la única manera de derrotarlos es usar todas las herramientas a nuestra disposición dentro de México. Simplemente designar a los cárteles como grupos terroristas no hará nada por sí solo. La verdadera pregunta es si estamos dispuestos a perseguirlos como lo haríamos con un grupo terrorista

“El objetivo no es un México perfecto. Nuestro objetivo debe ser degradar a los cárteles hasta el punto de que los gobiernos mexicanos puedan reunir la voluntad y los medios para mantenerlos bajo control. No podemos quedar atrapados en la trampa de la ‘construcción de la nación’. Los intentos de reformar las instituciones de México y superar su corrupción generalizada no llegarán a ninguna parte mientras los cárteles mantengan el dominio que tienen.

“Los cárteles tienen a México en un dominio similar al de una pitón. El liderazgo estadounidense es necesario para ayudar a México a liberarse. No podemos aceptar un Narco-Estado-fallido en nuestra frontera, proporcionando refugio a los grupos narcoterroristas que se aprovechan del pueblo estadounidense”, puntualiza el ex fiscal general de los Estados Unidos, William P. Barr (1991-1993 y 2019-2020).

Para concluir, este artículo que se intitula “Tolerancia de un FRATRICIDA, para un ejército ASESINO”, se utilizó porque Andrés Manuel asesinó de un balazo a su hermano José Ramón López Obrador, y el “ejército asesino”, se basa en la barbarie que el Estado kakistocrático de AMLO, ha consentido todo libertinaje para masacrar a las comunidades de todo el país, en aras de su termómetro que busca reelegirse en el poder vitaliciamente, aunque diga que “no”, porque “soy un democrático” y que cumpliría con el legado maderista “Sufragio Efectivo, NO Reelección”, que para millones solo se trata de otro sofisma en su larga lista de quimeras.

¡Al presidente de las falsedades ya no se le cree absolutamente nada, porque es un fracaso, pues regreso el tiempo por más de medio siglo!, puntualiza la voz populi que cotidianamente se manifiesta “desconfiada y defraudada por un auténtico mentecato que ni siquiera habla bien el español, mucho menos idiomas, sobre todo el inglés”.

¡Si viviera el ilustre presidente Benito Juárez ya lo hubiera metido a la cárcel por usurpador!, más aún porque AMLO ya es considerado por EU, como un auténtico TERRORISTA, donde el próximo reto del Capitolio, es declarar a México como un "Estado de Excepción"

No obstante de este panorama internacional y que con base a esta lección histórica contemporánea, ¡México debe aprender a no volver a votar con el hígado! ¡MORENA y su presidente, nunca supieron gobernar!

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