Toma de protesta de Claudia Sheinbaum como Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos
. EDMUNDO OLIVARES ALCALA. …………………………
Toma de protesta de Claudia Sheinbaum como Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en un acto, de conformidad con lo que establece el artículo 87 constitucional.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, al tomar la palabra dijo.
Honorable congreso de la unión, Pueblo de México: Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes de que ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidenta de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la unión. Y si así no lo hiciere, que la nación me lo demande.
En seguida Ifigenia Martínez y Hernández, le coloca la banda presidencial, y posteriormente la presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, doctora Claudia Sheinbaum Pardo, dirigió un mensaje a la nación.
Después de saludar a Suprema Corte de Justicia de la Nación; Gobernadoras y gobernadores, jefe de Gobierno e invitadas e invitados especiales, y agradecer la presencia de representaciones de 105 países que hoy nos acompañan, dijo “es un reflejo del compromiso de México con la comunidad internacional y de la amistad que nos une con todos los pueblos del mundo”.
Agradezco la presencia de John Briceño, primer ministro de Belice; Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de la República Federativa de Brasil; Gabriel Boric, presidente de la República de Chile; Gustavo Francisco Petro, presidente de la República de Colombia; Miguel Díaz-Canel, presidente de la República de Cuba; Sylvanie Burton, Mancomunidad de Dominica; Luis Rodolfo Abinader, presidente de la República Dominicana; César Bernardo Arévalo, presidente de la República de Guatemala; Régine Abraham, consejera presidenta del Consejo Presidencial de Transición de la República de Haití; Iris Xiomara Castro, presidenta de la República de Honduras; Santiago Peña Palacios, presidente de la República del Paraguay; Bucharaya Hamudi Sidina, primer ministro de la República Árabe Saharaui Democrática; Philip Joseph Pierre, primer ministro de Santa Lucía.
Saludo y agradezco especialmente a la doctora Jill Biden, que asiste con la representación del presidente de los Estados Unidos de América; a Peter Boehm, representante del Senado de Canadá; a Josep Borrell Fontelles, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea.
Agradezco la presencia del expresidente Christian Wilhelm Walter, de la República Federal Alemana, que viene en representación de su país; de Tie Ning, vicepresidenta del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de la República de China; Kembo Mohadi, vicepresidente de la República de Zimbabue; Teorodo Ngema Obiang, vicepresidente de la República de Guinea Ecuatorial.
Mi gratitud a todas y todos los jefes de la delegación de nuestra América Latina y el Caribe, de Europa, África, Asia y del Medio Oriente, y a las y los titulares de los distintos poderes, cancilleres, ministras y ministros, embajadores y embajadoras.
Les pido transmitan los cálidos saludos del pueblo y del Gobierno de México a sus mandatarias y mandatarios. Agradezco también la presencia de 23 organismos internacionales.
Gracias a Jeremy Corbyn, miembro del Parlamento del Reino Unido, dirigente del Partido Laborista y a los diputados españoles, Gerardo Pisarello y muchos otros que están con nosotros, y a representantes, amigos de diferentes lugares del mundo.
Hace exactamente 19 años, en este mismo recinto, en un atropello a la libertad, el jefe de Gobierno de entonces, Andrés Manuel López Obrador, frente a aquella legislatura pronunció un discurso que cimbró para siempre la lucha por la democracia en comparecencia contra el juicio de desafuero, cuyo único propósito era el intento de un fraude anticipado, dijo: ‘Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia’.
Hoy lo decimos con certeza y sin temor a equivocarnos: la historia y el pueblo lo ha juzgado; Andrés Manuel López Obrador, uno de los grandes, el dirigente político y luchador social más importante de la historia moderna, el presidente más querido, sólo comparable con Lázaro Cárdenas, el que inició y termina su mandato con más amor de su pueblo. Y para millones, aunque a él no le gusta que se lo digan, el mejor presidente de México, el que inició la revolución pacífica de la Cuarta Transformación de la vida pública de México.
Usted nos ha pedido en varias ocasiones no develar bustos ni poner su nombre en calles, avenidas, barrios o colonias; tampoco monumentos ni hacer grandes homenajes. La verdad, que no hace falta, porque usted estará siempre donde sólo residen los que luchan toda la vida, los que no se rinden, los que devuelven la esperanza y la alegría; usted estará siempre en el corazón del pueblo de México.
Se retira de la vida pública como un demócrata y maderista, a seguir luchando desde otra trinchera, a escribir sobre lo que ha sostenido desde sus primeros días cuando trabajó con los mayas chontales: que el origen de la grandeza cultural de México reside en las grandes civilizaciones que vivían en esta tierra siglos antes que invadieran los españoles.
No es casualidad, sino una armonía de la historia, que ayer se haya publicado en el Diario Oficial de la Federación la reforma de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que otorga derechos plenos a los pueblos indígenas y afromexicanos de México.
Su último libro lo titula ¡Gracias!, y hoy le devolvemos el agradecimiento: profundas gracias, gracias, gracias por siempre. Ha sido un honor luchar con usted. Hasta siempre, hermano, amigo, compañero, Andrés Manuel López Obrador.
El 2 de junio de este año, el pueblo de México, de forma democrática y pacífica, dijo fuerte y claro: ‘Es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres’. Hoy, 1º de octubre del 2024, inicia la segunda etapa: el segundo piso de la Cuarta Transformación de la vida pública de México.
Y también hoy, después de 200 años de la República y de 300 años de la Colonia, porque previo a ello no tenemos registros claros, es decir, después de al menos 503 años, por primera vez llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación. Y digo llegamos porque no llego sola, llegamos todas.
México es un país maravilloso, con un pueblo extraordinario. Somos una gran nación. Aquí crecieron culturas originarias que dieron al mundo el maíz, el cacao, el jitomate; que construyeron pirámides monumentales, que entendieron los astros, la vida y la muerte como parte de un cambio constante; que nos dieron y siguen dando lenguas vivas como ninguna otra; que tejieron y tejen textiles con manos de mujeres artesanas que entrelazan con el alma y con la vida; con culturas como la maya, que crearon el cero como parte de la matemática; o la mexica, que creó el método más sustentable de cultivo que se conoce: la chinampa.
México es el país que le dio al mundo a Hidalgo, que inició con unos cuantos el grito de Independencia y al poco tiempo fueron miles que demandaban justicia; el que abolió la esclavitud, el que supo conducir con certeza su pueblo por el camino de la libertad y se convirtió en padre de la patria.
México, el país de Morelos, que supo identificar los sentimientos de la nación para escribir que la soberanía dimana del pueblo, que no se admite la tortura, y la urgente necesidad de moderar la opulencia y la indigencia.
De Vicente Guerrero, que, en el momento difícil, cuando su padre pedía que aceptara la indulgencia del virrey, supo decir: ‘La patria es primero’.
México, el de Guadalupe Victoria, primer presidente de México, que después de la Independencia se rebeló frente al emperador Iturbide para lograr la primera Constitución de la República.
De Josefa Ortiz, quien no sólo dio el taconazo para iniciar la independencia, sino que sabiamente expresó: ‘No se debe premiar a quien sirve a la patria, sino castigar a quien se sirve de ella’.
O de Leona Vicario, madre de la patria, periodista y luchadora por la independencia que hace 200 años supo defender a la mujer por su pensamiento.
De Juárez y los liberales mexicanos, que antes que nadie en el mundo y de forma visionaria separaron la Iglesia del Estado y defendieron a la patria frente al invasor.
De los hermanos Flores Magón, que demandaron justicia y libertad antes que nadie en el siglo XX.
De los obreros de Río Blanco y Cananea. Y de Madero, que dejó todo para llamar al pueblo a las armas para luchar por la democracia. De Zapata, que supo demandar tierra y libertad. Del valiente Villa, y también de Carranza, como único gobernador que se levantó frente al golpe de Estado huertista.
México es de los constitucionalistas de 1917. De Lázaro Cárdenas, que repartió la tierra y expropió el petróleo; de Margarita Maza; de Adela Velarde, que comandó las adelitas en la Revolución; de Dolores Jiménez Muro, de Elvia Carrillo Puerto y las sufragistas, de Frida Kahlo, de Enriqueta González Baz, primera mujer matemática.
México es de mujeres y hombre libres que, a lo largo del siglo XX, lucharon por la democracia, las libertades, la justicia, de los estudiantes de 1968, de los cientos de hombres y mujeres que hoy no están, pero de quienes orgullosamente somos herederos.
México es un país maravilloso por nuestro mosaico cultural, por nuestra biodiversidad.
México es maravilloso gracias a nuestros paisanos y paisanas héroes y heroínas que viven en Estados Unidos y que con amor a su familia y a la patria envían su apoyo todos los meses.
México es un país maravilloso por su pueblo generoso, solidario, alegre, libertario, resistente, rebelde, sabio y hoy, empoderado.
Llamo a todas y todos a que hagamos una reflexión, que evaluemos con la cabeza fría qué pasó durante estos seis años con datos duros, reconocidos nacional e internacionalmente, y con ello respondámonos las siguientes preguntas:
¿Cómo es que 9.5 millones de mexicanos y mexicanas, de acuerdo con el Banco Mundial, salieron de pobreza en tan solo seis años? ¿Cómo es que, sin subir impuestos, se redujeron las desigualdades? ¿Cómo es que somos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico menos endeudados y con una moneda fuerte? ¿Cómo es que somos de los países con menos desempleo? ¿Cómo es que hay más bienestar y al mismo tiempo ganaron más los empresarios y los bancos? ¿Cómo es que estamos en récord de inversión extranjera directa y al mismo tiempo aumentaron los salarios? ¿Cómo es que aumentó el salario mínimo y no subió la inflación?
La respuesta es: cambió el modelo de desarrollo del país, del fracasado modelo neoliberal y el régimen de corrupción y privilegios a uno que surgió de la fecunda historia de México, del amor al pueblo y de la honestidad, lo llamamos el Humanismo Mexicano.
Con este pensamiento y su puesta en marcha se cayeron muchos mitos y engaños del pasado. Por ejemplo, durante el periodo neoliberal, ese que le costó tanto al pueblo de México y que marcó nuestra historia por 36 largo años, se decía que el Estado debía diluirse o subordinarse a las fuerzas del mercado, que si la economía se regaba desde arriba iba a llegar a los de abajo, que si aumentaba el salario mínimo iba a haber inflación y no iba a haber inversión extranjera, que si el Estado participaba en la economía iba a haber crisis económica y devaluación, que la corrupción era inherente al gobierno, que la libertad no sólo existe en el mercado… que la libertad sólo existía en el mercado, que la educación, la salud, la vivienda y el salario justo eran mercancías y no derechos, todo resultó falso.
Por ello, para bien de México, de todas y todos, vamos a continuar con el Humanismo Mexicano, con la Cuarta Transformación. Resumo algunos de los que considero sus principales principios.
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