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Turbulenta historia jurídica nacional, engendro de la 4T.



Evocando el pensamiento juarista “…Para los amigos justicia y gracias…, para los enemigos la ley a secas…”, pareciera que al Ejecutivo federal también le cayó “como anillo al dedo” para transformarse en la aureola de defensa a ultranza de las mafias del crimen organizado, y alzarse como el nuevo líder criminal de este México tan sufrido, que día a día, se observa la angustia de miles de familias que han caído en una espiral de inseguridad, particularmente los asesinatos de Estado en contra de periodistas críticos durante este régimen que encabeza el peje-lagarto.

Los fuegos cruzados con balaceras promovidos por narcotraficantes en contra de la sociedad, el pago en el derecho de piso hasta donde la gente pernocta, han sido el común denominador cuando el propio Presidente de la República, ha confesado en sus sermones mañaneros, de tener nexos con los barones del narcotráfico. Desde el extranjero, a México lo ven como “pueblo chico, infierno grande”.

Palabras del propio Presidente de México: “…Yo tengo, ¡eh!, vinculación con el narcotráfico, o con grupos de narcotraficantes…”; o ciertamente otra inédita frase que pronunció en evidente estado de ebriedad, al reconocer que “¡…un gobierno sin corrupción, no sirve para nada…!”

López Obrador, quien se ha ensalzado como el nuevo jefe de las mafias en el poder, está atrapado en una esfera de mentiras, que teniendo la viga en sus ojos, descaradamente admite: “…Yo estoy en contra de la riqueza mal habida…”, cuando en el terreno de la vida cotidiana, como Ejecutivo federal enriqueció a sus hijos con fortunas de procedencia ilícita y quienes están imbuidos en escándalos a nivel internacional porque la justicia norteamericana tiene expedientes secretos sobre el crimen organizado que envuelven al propio López Obrador, quien pasó a ser el nuevo “narco-padrino”.

La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C., en este contexto, señala que en el ámbito nacional, a los propios partidos políticos y gobernadores de oposición, les cayó “como anillo al dedo”, todas las acciones del gobierno actual en diversos aspectos de la vida económica, social y política del país, debido a que les da pauta y argumentos para poder tener réplica ante sus actos pasados, en donde entre la opacidad y negligencia decidían sobre las mismas cuestiones de tal forma que ahora se sabe que no eran lo correcto.

Una de las más incalificables pifias en la muy extensa y turbulenta historia jurídica nacional, resulta ser aquella alianza de la procuración de justicia con el poder del narcotráfico que se dio al inicio del neoliberalismo.

En el México de hoy y en el marco de la Cuarta Transformación de la Federación, todavía es tiempo de llevar ante los estrados de la justicia al narco-político que dio origen a tal anormalidad con medidas elementales: La aplicación estricta de la ley y tomar la decisión política y jurídica que logre la exterminación de tal engendro.

Pero no es en esta dirección, sino en la contraria: “¿hacia dónde dirige a México Andrés Manuel López Obrador?”, toda vez que “esta forma de gobernar tan equivocada, ha quintuplicado el número de los narco-políticos adeptos a la impunidad, hasta el extremo de afirmar que lo que se conocía como Estado de Excepción, resulta ser más abundante que la regla, lo que originó que los narco-juristas sean en la actualidad grandes empresarios en el ramo inmobiliario. Y del narco Congreso de la Unión, se suma a ese aquelarre internacional.

Andrés Manuel López Obrador —acusa la Academia citada— lamentablemente se mantiene y entretiene con su política de “abrazos y besos a la delincuencia”, incluso con el desprecio absoluto a la Constitución Republicana, su pensar y actual actuar, no han dado solución satisfactoria a tan severo problema; “lejos de aplicar la ley, se ha encargado de menospreciarla”, alertó la Academia.

Para él —como lo viene advirtiendo la propia Academia de Derecho Penal—, para el tristemente célebre líder de la 4T, “no existe ni la Constitución, ni la justicia, ni la dignidad, ni la congruencia, ni la decencia, ni la diplomacia y mucho menos el amor por México”.

Tampoco —acusa— Alejandro Gertz Manero y algunos de sus títeres de la Fiscalía General de la Nación, atienden y entienden ese problema. A contrario sensu se aprovechan y le brindan impunidad. No dan respuesta a los pedimentos de justicia para que se aplique la ley.

México como si nada. El espectáculo de la justicia ha llegado al extremo de ser tan intolerable que el mismo pueblo —haciendo gala de la anarquía concebida— ha tomado justicia por propia mano, apedreando y aniquilando a algunos de los protegidos de ciertos narco-políticos, mientras el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se aferra en seguir aplicando su política de “abrazos y besos a los infractores de la ley”, que ni siquiera por ocurrencia quieren aportar bálsamo alguno a tan insufrible contratiempo. “Y así, México continúa con la vergüenza e injusticia a cuestas”, avizoró la Academia.

El dedo flamígero de quienes tienen la responsabilidad de velar por la paz y la tranquilidad, o sea la propia Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, las universidades y los tribunales de todo el país, entre otros organismos hasta internacionales, aclaran que “en nuestro Código Penal Federal se castiga con pena de prisión al delincuente”. De esto no hay duda alguna.

En tanto, la Fiscalía General de la República con su OMISIÓN al cumplimiento del deber, asegura y efectúa una indecente protección a ellos. “Lo deseable es que la justicia sea llevada hasta sus últimos extremos. Ni la Cuarta Transformación de la República ni el neoliberalismo, se han atrevido a ello. Contrariamente han dado luz verde a la impunidad, a la ilegalidad, a la inmundicia”, lamentó.

Para el prestigiado abogado penalista Alberto Woolrich Ortiz, “nuestros recordados catedráticos universitarios, aquellos que nos adentraron en el estudio de la sentencia judicial emitida en 1894 por los tribunales de París, en el caso seguido en contra del Capitán Alfred Dreyfrus —por aquel conflicto político en el siglo XIX—, nos hicieron saber con la elegancia que los caracterizaba que ‘basta una sola inequidad, una sola afrenta a la justica, cuando es institucional y políticamente tolerada, para romper todo el Pacto Social; basta un sólo deshonor, cuando es políticamente practicado y aceptado, para deshonrar a todo un gobierno”.

Es el fenómeno de la narco-política —subrayó— lo que propició que se pisoteara la Constitución Republicana de México. “Es el poder del narcotráfico el que deshonra a nuestra Patria, es la Fiscalía General de la República con su OMISIÓN a investigar, con su renuncia a procurar justicia, la que deshonra a México”, acusó el penalista Woolrich.

La Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C., lanzó un reto al propio gobierno federal: “¿No será tiempo ya de acabar de una vez por todas con toda la impunidad concedida a la narco-política?, cuando en el pasado reciente el mismísimo y propio Jefe del Ejecutivo federal ha confesado su abierta y descarada vinculación con el narcotráfico, o con grupos de narcotraficantes.

“¿No será tiempo ya de encauzar a México por el sendero de la legalidad? ¿Usted qué cree, estimado lector? ¡Es cuanto…!”, puntualizó el abogado Alberto Woolrich Ortiz, quien es presidente de la Academia de Derecho Penal del Colegio de Abogados de México, A. C.+++++++++++++++++++++++++++++

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