Urge que Sheinbaum restaure la paz de la República Mexicana
. BLAS A. BUENDÍA. …………………………
La restauración de la paz en la República Mexicana es un tema prioritario para Claudia Sheinbaum. En su mensaje del 25 de noviembre de 2024, la primera presidenta de México, destacó la importancia de mantener la paz y la seguridad en el país.
Entre sus propuestas para lograr esto, se encuentra una diversificación de factores determinantes para exterminar este flagelo, toda vez que en el marco de numerosos contextos de violencia que azotan simultáneamente al país, más de mil 300 personas han sido víctimas de homicidio doloso en los días que lleva el nuevo sexenio, de acuerdo con cifras reportadas por el Informe de Seguridad Pública federal.
La señora Sheinbaum, sin duda alguna, debe fortalecer la justicia y la seguridad, ya que se comprometió a trabajar para erradicar la corrupción y la impunidad en el sistema judicial y de seguridad.
Asimismo, el Estado mexicano está obligado porque así lo mandata la Constitución Política de los Estados Mexicanos, apoyar a las víctimas de la violencia, es decir, la presidenta se comprometió a trabajar para apoyar a las víctimas de la violencia y a sus familias.
De igual manera, fomentar la participación ciudadana, en cuyo parámetro, Sheinbaum destacó la importancia de la participación ciudadana en la construcción de la paz y la seguridad en el país.
Es importante hacer hincapié que la restauración de la paz en la República Mexicana es un proceso complejo que requiere la colaboración de todos los sectores de la sociedad. La presidenta Sheinbaum ha demostrado su compromiso con este tema, y es fundamental que se siga trabajando juntos para lograr una sociedad más justa y pacífica.
En esta constelación de problemas que dejó como una herencia maldita Andrés Manuel López Obrador, el Ateneo de Estudios Jurídicos Penales del Colegio Nacional de Abogados Foro de México y algunos selectos togados de diversas Barras de Abogados de la República, desde añejo han venido expresando que los hechos políticos de los gobernantes son la impronta que las agrupaciones partidistas imponen a la historia de México.
La abogacía independiente y pensante de esta Nación sabe que las opiniones e ideas expresadas por los partidos políticos que vayan en contra de la Carta Magna, dan paso de inmediato, a hacer valer, una serie de acciones e inconformidades de índole legal en contra de esa manera de pensar o actuar.
El resultado de esas ideas políticas contrarias al espíritu de la ley que se llevaron al cabo en anteriores sexenios, se vio influenciada por el fenómeno de la narco-política.
La pregunta a formular sería: ¿Cuándo se inició esa desgracia?
La respuesta es fundamentalmente clara: cuando el Estado gobernado por los neoliberales decidió crear ligas delictivas con la narco-delincuencia, es ahí donde surgió una cofradía política delictiva. Una vez iniciada ella, ésta ha sido por décadas consentida y a la fecha intocada ahora por los morenistas, muchos de ellos identificados como priistas traidores, cobardes y resentidos a pesar de tener en sus manos el poder legislativo de la Nación.
En esa ilegal alianza, México comprometió su libertad y dignidad en virtud de la cristalización de esas ideas de índole político. Desde aquel pasado, ese grupo de narco-políticos se ha esforzado porque sus formas de actuar y pensar sean reconocidas poco a poco, lo que conllevaría a establecer un Estado de facto.
Un dato relevante, al término del sexenio de López Obrador, éste pésimo presidente, dejó una estela de muerte nunca antes registrada, ya que su política de “abrazos, no balazos” jamás funcionó, porque se contabilizaron 199 mil 619 asesinatos, la cifra más alta en la historia reciente.
La lucha que sostiene el ateneo de referencia, se dio por aquella primera colaboración en contra de quien ejerció el poder para denigrar a la justicia. Lo que confirma que los que aspiramos a un México mejor, pugnamos por la magna empresa de que se conozcan, exhiban y sancionen a aquellos creadores de tan repugnante afinidad.
Sabido es en Derecho que cuando existe una colisión entre los poderes políticos y los poderes facticos, hay que atenerse siempre a criterios de interpretación que potencien la independencia y permanencia de la justicia.
En nuestro pasado, aquellos que debieron de cumplir con su misión de limitar, vigilar y controlar esa forma de tan despreciable de poder no lo hicieron, porque, aparte de estar comprometidos, invadidos y coludidos con el narcotráfico olvidaron, sin más, sus responsabilidades constitucionales convirtiéndose por ello en operadores, encubridores y cómplices de esa delincuencia de poder.
En definitiva, el hecho de que, por no haberse prevenido y depurado en sede política y jurídica los excesos e inequidades del creador de esa alianza, México se vio expuesto a que un poder factico actuara con apariencias de legalidad.
La circunstancia de que, después de tantas décadas de permitir esa infiltración del poder del narcotráfico y que en su momento no se haya querido combatir ese problema y ninguna instancia del poder de la justicia actuara, nos hace pensar que la actual Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos se encuentra ante el mayor reto de su gobernanza.
¿Podrá con su forma de actuar, exterminarlo? Solo el tiempo lo descubrirá.
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